Los centros Goddard y Glenn de NASA pretenden sacar la astronomía espacial fuera de la niebla
13/3/2012 de NASA
Un banco de niebla es el lugar menos útil para un telescopio y, a pesar de ello, los observatorios espaciales de hoy en día operan de forma efectiva dentro de uno. Esto es porque Venus, la Tierra y Marte están en órbita dentro de una vasta nube de polvo producida por cometas y colisiones ocasionales entre asteroides. Después del Sol, la llamada nube zodiacal es lo más luminoso que hay en el sistema solar, y su luz ha interferido con observaciones en el infrarrojo, el óptico y el ultravioleta realizadas por todas las misiones espaciales hasta la fecha.
“Para ponerlo de una forma sencilla, nunca ha sido de noche para los astrónomos espaciales”, afirma Matthew Greenhouse, astrofísico del Goddard Space Flight Center. La luz del polvo zodiacal puede ser miles de veces más brillante que las fuentes a las que los astrónomos apuntan, limitando la sensibilidad en un modo muy similar a como la luna brillante molesta a los observatorios en tierra. El polvo y su indeseada iluminación son mayores en el plano de la órbita de la Tierra, el mismo plano en el que opera cada telescopio espacial.
Colocando las misiones espaciales futuras en órbitas más inclinadas permitiría a las naves espaciales pasar cantidades importantes de tiempo por encima y por debajo de donde el polvo es más abundante, reduciendo así su impacto sobre las observaciones.
“Simplemente colocando un telescopio espacial en estas órbitas inclinadas podemos mejorar su sensibilidad en un factor dos en el ultravioleta cercano, y 13 veces en el infrarrojo”, explica Greenhouse. “Esto es un gran adelanto en la capacidad para hacer ciencia sin absolutamente ningún incremento en el tamaño del espejo del telescopio”.
La misión que proponen es el Explorador Extra-Zodiacal (EZE). Lanzado en un cohete SpaceX Falcon 9, utilizaría un potente motor eléctrico-solar como fase superior para dirigir la nave espacial en una maniobra asistida gravitatoriamente pasando por la Tierra o Marte. Este sobrevuelo redirigiría la misión a una órbita inclinada como mucho hasta 30 grados respecto a la de la Tierra.