LISA Pathfinder supera las expectativas
8/6/2016 de ESA / Physical Review Letters
Esta ilustración de artista muestra el interior del módulo científico de LISA Pathfinder. El círculo central es una cápsula cilíndrica que contiene muchos de los componentes de la nave espacial, un espacio cerrado al vacío que alberga dos masas de prueba en sus carcasas de electrodos y el interferómetro óptico entre ellas. Los científicos utilizan este inteferómetro para monitorizar y medir las masas mientras se mueven en una caída libre gravitatoria casi perfecta. Crédito: ESA/ATG medialab.
La misión LISA Pathfinder de ESA ha demostrado la tecnología necesaria para construir un observatorio espacial de ondas gravitacionales. Los resultados de sólo dos meses de operaciones científicas demuestran que los dos cubos que se encuentran en el corazón de la nave espacial están en caída libre bajo la influencia sólo de la gravedad, sin perturbaciones de otras fuerzas externas, con un precisión cinco veces mejor de lo exigido originalmente.
En un artículo publicado en la revista Physical Review Letters, el equipo de LISA Pathfinder demuestra que las masas de prueba se encuentran casi inmóviles una respecto de la otra, con una aceleración relativa inferior a la centésima parte de una billonésima de la gravedad de la Tierra. La demostración de las tecnologías clave de la misión abre la puerta al desarrollo de un gran observatorio espacial capaz de detectar ondas gravitacionales emanando de un gran abanico de objetos exóticos del Universo.
Postuladas por Albert Einstein hace un siglo, las ondas gravitacionales son oscilaciones en el tejido del espacio-tiempo que se desplazan a la velocidad de la luz y son causadas por la aceleración de objetos masivos. Pueden ser generadas por ejemplo, por supernovas, binarias de estrellas de neutrones girando en espiral una alrededor de la otra y parejas de agujeros negros que se unen.
Para detectar estos episodios y explotar el nuevo campo de la astronomía gravitacional, es crucial abrir el acceso a la detección de ondas gravitacionales de frecuencias bajas, entre 0.1 mHz y 1 Hz. Esto exige medir fluctuaciones diminutas en la distancia entre objetos situados a millones de kilómetros de distancia, algo que sólo puede conseguirse desde el espacio, donde un observatorio puede encontrarse libre de los ruidos sísmicos, térmicos y de la gravedad terrestre, que limitan a los detectores instalados en tierra, como LIGO.