Un nuevo modelo por supercomputadora muestra un planeta creando ondas en un cercano disco de escombros
1/7/2015 de JPL / The Astrophysical Journal
Estas imágenes comparan una fotografía de Beta Pictoris en luz dispersada obsevada por el telescopio espacial Hubble (arriba) con una imagen muy similar construida a partir de datos de la simulación SMACK (la imagen superpuesta en rojo del planel inferior). La estructura en forma de X de la imagen del Hubble se forma como resultado de que un débil disco secundario de polvo está inclinado respecto del disco principal de escombros. Simulaciones anteriores no fueron capaces de reproducir esta característica, pero el modelo SMACK replica el patrón global porque pacta la distribución tridimensional de las colisiones responsables de la creación del polvo. Créditos: arriba, NASA/ESA y D. Golimowski (Johns Hopkins Univ.); abajo, NASA Goddard/E. Nesvold and M. Kuchner.
Una nueva simulación por supercomputadora de NASA del planeta y del disco de escombros que existe alrededor de la cercana estrella Beta Pictoris revela que el desplazamiento del planeta produce ondas espirales por el disco, un fenómeno que ocasiona choques entre los escombros que se encuentran en órbita. Los patrones de las colisiones y el polvo resultante parecen explicar muchas de las características observadas que investigaciones anteriores no han conseguido explicar completamente.
“Esencialmente hemos creado una Beta Pictoris virtual en la computadora y la hemos osbervado evolucionar durante millones de años”, afirma Erika Nesvold de la universidad de Maryland. “Se trata del primer modelo en 3D completo de un disco de escombros donde podemos ver el desarrollo de características asimétricas creadas por planetas, como distorsiones y anillos excéntricos, y también hacer un seguimiento de los choques entre las partículas al mismo tiempo”.
En 1984 Beta Pictoris se convirtió en la segunda estrella de la que se sabía que estaba rodeada por un brillante disco de polvo y escombros. Situada a solo 63 años-luz, Beta Pictoris se estima que tiene una edad unos 21 millones de años, o menos del 1 por ciento de la edad de nuestro Sistema Solar. Ofrece a los astrónomos un asiento en primera fila para contemplar la evolución de un joven sistema planetario y sigue siendo uno de los ejemplos más cercanos, jóvenes y bien estudiados hoy en día. El disco, que vemos de canto, contiene rocas y fragmentos de hielo de tamaños que van desde mayores que casas a tan pequeños como partículas de humo. Se trata de una versión más joven del cinturón de Kuiper que está en la frontera de nuestro Sistema Solar.