Podrían existir trazas de actividad biológica marciana encerradas en un meteorito
3/12/2014 de Ecole Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFL)
El meteorito marciano Tissint. Un equipo de científicos atribuye un origen biológico a las trazas de carbono encontradas en su interior, lo que apuntaría a la existencia de actividad biológica en Marte, por lo menos en el pasado. Crédito: Ecole Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFL)
Philippe Gillet, director del Laboratorio de Ciencias Planetarias y de la Tierra de la EPFL, junto con colaboradores de China, Japón y Alemania, ha realizado un análisis detallado de trazas de carbono orgánico en un meteorito marciano, llegando a la conclusión de que muy probablemente son de origen orgánico. Los científicos argumentan que el carbono podría haberse depositado en las fisuras de la roca cuando todavía se encontraba en Marte por la infiltración de un fluido rico en materia orgánica.
Expulsado de Marte al chocar un asteroide contra su superficie, el meteorito, llamado Tissint, cayó en el desierto de Marruecos el 18 de julio de 2011, ante la vista de varios testigos. Después de ser examinada, se encontró que la roca extraterrestre tenía pequeñas fisuras que albergaban materia que contenía carbono. Varios equipos de investigadores han demostrado ya que es de naturaleza orgánica. Pero todavía están debatiendo de dónde procedía el carbono.
Análisis químicos, microscópicos e isotópicos del material de carbono condujeron a los investigadores hacia varias explicaciones posibles acerca de su origen. Establecieron características que inequívocamente excluían un origen terrestre, y demostraron que el carbono se había depositado en las fisuras de Tissint antes de abandonar Marte.
Ahora los investigadores contradicen las conclusiones anteriores de otro grupo de científicos, que proponían que las trazas de carbono aparecieron por la cristalización a alta temperatura de magma. Según el nuevo estudio, una explicación más plausible es que líquidos que contenían compuestos orgánicos de origen biológico se infiltraron en la roca “madre” de Tissint a bajas temperaturas, cerca de la superficie marciana.
“Insistir en la certeza no es sabio, particularmente en un tema tan sensible” advierte Gillet. “Estoy completamente abierto a la posibilidad de que otros estudios puedan contradecir nuestros descubrimientos. Sin embargo, nuestras conclusiones son tales que reanimarán el debate acerca de la posible existencia de actividad biológica en Marte, por lo menos en el pasado”.
Una extraña galaxia deja perplejos a los astrónomos
3/12/2014 de National Radio Astronomy Observatory
Superposición de imágenes tomadas en radio y el óptico de la galaxia J1649+2635. El amarillo corresponde a la imagen en luz visible; en azul se muestra la imagen en radio, indicando la presencia de chorros. Crédito: Mao et al., NRAO/AUI/NSF, Sloan Digital Sky Survey
Con la ayuda de ciudadanos científicos, un equipo de astrónomos ha descubierto un importante ejemplo nuevo de un tipo muy raro de galaxia que podría proporcionar datos valiosos acerca de cómo se desarrollaron las galaxias en el universo primitivo. La nueva técnica promete dar a los astrónomo muchos más ejemplos de este importante y misterioso tipo de galaxia.
La galaxia que estudiaron, llamada J1649+2635, a casi 800 millones de años-luz de la Tierra, es una galaxia espiral, como nuestra propia Vía Láctea, pero con prominentes “chorros” de partículas subatómicas expulsados desde su núcleo a casi la velocidad de la luz. El problema es que se supone que las galaxias espirales no tienen estos grandes chorros.
“La idea habitual es que estos chorros salen sólo de galaxias elípticas que se han formado por la unión de espirales. No sabemos cómo las espirales pueden tener estos grandes chorros”, comentó Minnie Mao, del National Radio Astronomy Observatory(NRAO).
J1649+2635 es sólo la cuarta galaxia espiral que emite chorros descubierta hasta ahora. La primera fue encontrada en 2003, cuando los astrónomos combinaron la imagen de un radiotelescopio del Karl G. Jansky Very Large Array (VLA) y una imagen en luz visible del mismo objeto tomada por el telescopio espacial Hubble. La segunda apareció en 2011, en imágenes del Sloan Digital Sky Survey y del VLA, y la tercera, encontrada a principios de este año, fue también descubierta combinando imágenes en radio y luz visible.
Una andanada de pequeños impactos eliminó gran parte de la atmósfera primordial de la Tierra
3/12/2014 de MIT
Ilustración de la Tierra siendo golpeada por numerosas pequeñas rocas espaciales, o planetesimales, que habrían eliminado su atmósfera primordial. Crédito: NASA
La atmósfera de hoy en día conserva pocas trazas de su versión primordial. Los indicios geoquímicos sugieren que la atmósfera de la Tierra puede haber sido completamente destruida por lo menos dos veces desde su formación hace más de 4 mil millones de años. Sin embargo, no está claro cuáles son las fuerzas interplanetarias que produjeron una pérdida tan dramática.
Ahora investigadores del MIT, Hebrew University y Caltech han llegado a un escenario probable: un incansable bombardeo de pequeñas rocas espaciales, o planetesimales, puede haber acribillado la Tierra alrededor de la época en que se formó a Luna, golpeando nubes de gas con fuerza suficiente para expulsar pequeñas porciones de la atmósfera al espacio de forma permanente.
Decenas de miles de estos pequeños impactos, calculan los investigadores, habrían expulsado eficientemente la atmósfera primordial entera de la Tierra. Tales impactos pueden también haber azotado otros planetas, e incluso haber despojado de sus atmósferas a Venus y Marte.
De hecho, los investigadores encontraron que estos planetesimales pequeños pueden ser mucho más efectivos que los proyectiles gigantes para producir la pérdida atmosférica. Basándose en sus cálculos, se necesitaría un impacto gigante – casi tan masivo como la Tierra chocando contra sí misma – para dispersar la mayor parte de la atmósfera. Pero muchos impactos pequeños juntos tendrían el mismo efecto, empleando una diminuta fracción de la masa.
Los científicos cuantifican de forma precisa el polvo alrededor de planetas en busca de vida
3/12/2014 de Keck Observatory
Un sistema planetario polvoriento (izquierda) es comparado con otro sistema con poco polvo en esta ilustración. El polvo puede hacer difícil que los telescopios tomen imágenes de los planetas ya que el resplandor del polvo puede superar al de los planetas. El polvo refleja luz visible y brilla con su propia luz infrarroja, o resplandor térmico. Tal como muestra la ilustración, los planetas se ven mejor en el sistema planetario de la derecha con poco polvo. El nuevo estudio demuestra que las estrellas similares al Sol, maduras, parecen, en promedio, no ser demasiado polvorientas. Estas son buenas noticias para futuras misiones espaciales que persiguen tomar imágenes detalladas de planetas como la Tierra y buscar posibles señales de vida. Crédito: NASA/JPL-CALTECH
Un nuevo estudio realizado con el interferómetro del Keck, ha traído noticias excitantes para los cazadores de planetas. Después de estudiar casi 50 estrellas desde 2008 a 2011, los científicos han podido determinar con notable precisión cuánto polvo hay alrededor de estrellas lejanas, un gran paso adelante hacia el descubrimiento de planetas que podrían albergar vida.
“Esto fue realmente una hazaña matemática” afirma Peter Wizinowich. “Este equipo hizo algo que rara vez vemos en términos de emplear todas las técnicas estadísticas disponibles para evaluar un conjunto combinado de datos. Fueron capaces de reducir dramáticamente todas las barras de error en un factor de 10, para comprender realmente la cantidad de polvo presente alrededor de estos sistemas”.
El interferómetro del Keck fue construido para buscar este polvo, y en última instancia ayudar a seleccionar objetivos para futuras misiones de búsqueda de planetas parecidos a la Tierra de NASA.
“El polvo es una espada de doble filo en lo que se refiere a tomar imágenes de planetas lejanos”, explica Bertrand Mennesson, director del estudio. “La presencia de polvo es una señal del proceso de formación de planetas, pero demasiado polvo puede bloquear nuestro campo de visión”.