Un detective celeste rastrea la procesión histórica de meteoros en el Atlántico Sur
24/1/2013 de Texas State University
Hace un siglo, uno de los eventos astronómicos más espectaculares jamás registrado iluminó los cielos cuando una gran procesión de meteoros se abrió camino a través de la atmósfera de la Tierra. El suceso fue portada desde Toronto a Pennsylvania y Nueva York, y en los días que siguieron los testimonios de testigos oculares llegaron desde tan lejos como Canadá Occidental y las Bermudas.
Ahora, en el 100 aniversario del suceso histórico, los astrónomos Don Olson de Texas State University y Steve Hutcheon de la Astronomical Association of Queensland, Australia, han respondido a una llamada, olvidada por mucho tiempo, realizada desde las páginas de la revista científica Nature, estableciendo un alcance mucho mayor de lo que se conocía previamente de la gran procesión de bolas de fuego.
Una procesión de meteoros se produce cuando un meteoro rasante de la Tierra se rompe al entrar en la atmósfera, creando múltiples meteoros que viajan a lo largo de caminos casi idénticos. En lugar de precipitarse a través de la atmósfera y quemarse en un segundo o dos, como a menudo se observa en las lluvias de meteoros normales, las bolas de fuego de las procesiones de meteoros viajan casi horizontalmente, casi paralelas a la superficie de la Tierra. Cada miembro de una procesión de meteoros puede permanecer visible para un solo observador durante un minuto, y la procesión entera puede tardar varios minutos en pasar.
En la tarde del 9 de febrero de 1913, la deslumbrante procesión de meteoros cruzó sobre Canadá y el noreste de los Estados Unidos, viajando de suroeste a sureste. El astrónomo Clarence A. Chant de la Universidad de Toronto recopiló testimonios de los sorprendidos testigos oculares y resumía que “para la mayoría de los observadores lo más notable del fenómeno fue el movimiento lento, majestuoso, de los cuerpos; y casi igualmente digna de mención era la perfecta formación que mantenían”. Cientos de meteoros fueron observados tan al oeste como Saskatchewan, Canadá, alrededor de las 7 p.m. Mountain Time, y tan lejos hacia el este como las Bermudas, a alrededor de 10 p.m. Atlantic Time, una distancia de más de 3800 kilómetros.