¿Qué es lo que mantiene el campo magnético de la Tierra?
2/6/2016 de Carnegie / Nature
Ilustración de cómo se emplean las celdas de yunque de diamante para imitar y estudiar las condiciones en el núcleos de los planetas. Cortesía de Stewart McWilliams.
El campo magnético de la Tierra nos protege de la radiación cósmica mortal y sin él la vida tal como la conocemos no podría existir aquí. El movimiento del hierro líquido del núcleo exterior del planeta, un fenómeno llamado de “geodinamo”, genera el campo. Pero cómo fue creado en primer lugar y luego mantenido durante la historia de la Tierra sigue siendo un misterio para los científicos. Ahora, un trabajo nuevo publicado en Nature por un equipo dirigido por Alexander Goncharov de Carnegie, arroja luz sobre la historia de este hecho de increíble importancia geológica.
Nuestro planeta creció por la acumulación de material rocoso que rodeaba nuestro Sol en su juventud, y con el paso del tiempo, los componente más denso, el hierro, se fue hundiendo, creando las capas que sabemos que existen hoy en día: núcleo, manto y corteza. Actualmente el núcleo interno es hierro sólido, con otros materiales que fueron arrastrados hacia abajo durante este proceso de formación de las capas. El núcleo exterior es una aleación de hierro líquido, y su movimiento da origen al campo magnético.
Para conocer cómo se mantiene el campo magnético continuo de nuestro planeta, los científicos necesitaban conocer mejor cómo el núcleo interior sólido y el exterior líquido conducen el calor. Para ello, los investigadores utilizaron celdas de yunque de diamante, comprimiendo muestras diminutas de hierro entre dos diamantes, recreando en el laboratorio las presiones extremas de las profundidades de la Tierra. Con un láser calentaron los materiales, hasta alcanzar las temperaturas del núcleo.
Los científicos descubrieron que la capacidad de conducir el calor de estas muestras de hierro coincidían con los valores inferiores de estimaciones anteriores de la conductividad térmica en el núcleo de la Tierra, entre 18 y 44 watts por metro y por kelvin, en las unidades que los científicos emplean para medir tales cosas. Esto se traduce en predicciones que afirman que la energía necesaria para mantener la geodinamo ha estado disponible desde muy temprano en la historia de la Tierra.
“Para conocer mejor la conductividad del calor en el núcleo, ahora tendremos que ver cómo los materiales distintos del hierro que bajaron junto con él cuando se hundió hacia el núcleo afectan a estos procesos termales dentro de nuestro planeta”, comenta Goncharov.