Desvelando los misterios de “estrellas en ciernes”
9/11/2015 de Science & Technoogy Facilities Council / Nature Communications
Ilustración de artista que muestra los tamaños relativos, de mayor a menor, entre el Sol, una estrella de baja masa, una enana marrón, Júpiter y la Tierra. Crédito: Gemini Observatory/Ilustración de Jon Lomberg.
Por primera vez se ha empleado un potente láser para profundizar en nuestros conocimientos acerca de los objetos celestes más misteriosos que se encuentran a las puertas del Sistema Solar, las enanas marrones. A pesar de haber sido descubiertas hace 20 años, se sabe muy poco acerca de las enanas marrones, principalmente por qué no consiguen convertirse en estrellas. Los científicos afirman que parte de la respuesta se encuentra en la física que gobierna cómo se mezclan dentro de ellas los plasmas densos.
Ahora un equipo de investigadores ha creado “conglomerados” de plasma para recrear las condiciones que se encuentran en el interior de las enanas marrones. Y lo consiguieron empleando uno de los láseres más potentes del mundo, el Vulcan Petawatt del laboratorio de Oxfordshire, para realizar el primer test de resistividad y viscosidad de las enanas marrones.
El Dr. Nicola Booth, director de la prueba, comenta: “El láser Vulcan Petawatt es uno de los pocos lugares de la Tierra donde podemos reproducir condiciones cercanas a las que existen en el centro de una enana marrón”. “Esperamos que junto con las observaciones futuras de enanas marrones, nuestros experimentos puedan ayudar a comprender cómo la energía es transportada en estas ‘estrellas en ciernes’ “.
Las enanas marrones ocupan el hueco entre las estrellas de muy baja masa y los planetas, compartiendo características con ambos. A pesar de ser numerosas, estas pequeñas “estrelas en ciernes” son difíciles de ver debido a que son pequeñas y frías así que tienden a ser débiles y difíciles de registrar. Pero midiendo los rayos X emitidos por estos objetos los investigadores consiguieron obtener un perfil de cómo los plasmas densos se forman en el interior de las enanas marrones. Los resultados, publicados en Nature Communications, abren el camino a conocer mejor estos objetos celestes.