Descubren cómo los microbios pueden sobrevivir en condiciones de frío
11/10/2013 de Louisiana State University (LSU)
La mayoría de investigadores de microbios cultivan sus células en placas de petri para estudiar cómo reaccionan frente al estrés y las condiciones nocivas. Pero con el apoyo financiero de NASA, investigadores del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Estatal de Louisiana han intentado algo casi inaudito: estudiar la supervivencia de microbios en hielo para comprender cómo podrían sobrevivir microorganismos en permafrost antiguo, o quizás incluso en hielo enterrado en Marte.
“Los microbios están hechos de macromoléculas que, incluso congeladas, está sujetas a descomposición”, afirma Brent Christner. “Conocemos varias reacciones espontáneas que producen daños en el ADN”. La clase peor de daño se conoce como la rotura de la hélice doble, en la que el ADN del microbio es dividido en dos piezas separadas que necesitan ser reunidas para hacer que el cromosoma sea funcional.
“Este tipo de daño es inevitable si las células persisten congeladas en permafrost durante miles de años y no pueden repararse”, comenta Christner. Pero los investigadores han sido capaces de revivir microbios enterrados en hielo y permafrost durante cientos de miles y hasta millones de años.
Los resultados de Christner y sus colaboradores apuntan a que los mecanismos que reparan el ADN pueden funcionar incluso bajos condiciones muy frías. En experimentos de laboratorio, Christner y su equipo tomaron una suspensión congelada de bacterias nativas del permafrost siberiano y las expusieron a una dosis de radiación ionizante que daña el ADN equivalente a la que los microbios habrían experimentado durante unos 225 mil años enterrados en el permafrost. Los investigadores dejaron los microbios incubando a una temperatura baja (-15ºC) durante dos años, comprobando periódicamente la integridad del ADN de los microbios.
Como se esperaba, la radiación ionizante dañó el cromosoma circular de los microbios, transformándolo en una mezcla de piezas más pequeñas. Lo que sorprendió a los investigadores fue que, en el transcurso de los dos años en el congelador, los fragmentos del ADN empezaron a colocarse juntas de nuevo en el orden adecuado.