Desarrollan un nuevo modelo del movimiento y velocidad de las fulguraciones solares
6/6/2016 de Montana State University
Una expulsión de materia de la corona asociada a una fulguración solar que explotó justo alrededor del borde del Sol creando un arco circular, el 1 de mayo de 2013, tal como fue observada por la nave espacial Solar Dynamics Observatory (SDO) de NASA. Crédito: SDO / NASA.
Un físico de la Universidad Estatal de Montana ha desarrollado un modelo nuevo que predice la velocidad del plasma solar durante las fulguraciones solares. El modelo podría ayudar a definir cómo evolucionan las fulguraciones y mejorar el modo de predecirlas. Este trabajo podría ser de relevancia para proteger las redes de suministro eléctrico y las tecnologías de comunicación y aeronáutica frente a la energía emitida por las fulguraciones.
Sean Brannon empleó datos del satélite NASA Interface Region Imaging Spectrograph, conocido también como IRIS, que monitoriza una capa específica del Sol conocida como la región de transición. La región de transición es delgada pero compleja y separa la capa más exterior del Sol, la corona, de una capa interior, la cromosfera. La corona, la cromosfera y la región de transición tienen un gran interés y suponen un gran misterio para los científicos.
Las temperaturas de la corona pueden alcanzar varios millones de Kelvin, mucho más caliente (a menudo más de cien veces) que cualquier otra capa de la atmósfera del Sol. Una fulguración solar arqueándose por la corona puede encontrarse a más de 10 millones de Kelvin. Esto es extraño y parece contraintuitivo ya que la corona es la capa más alejada del Sol y, por tanto, debería en principio ser la más fría.
Brannon empleó datos de IRIS para observar el proceso de las fulguraciones solares. Durante una fulguración solar, el plasma del Sol puede calentarse hasta millones de Kelvin y evaporarse en la corona. “Entonces esperamos que este plasma caliente se enfríe durante los siguientes minutos u horas. Mientras se enfría, los modelos predicen que debería de empezar a gotear de vuelta, produciendo unas señales espectrales que deberían de poder ser detectadas”, afirma Brannon. El investigador, entonces, desarrolló un modelo sencillo que describe la velocidad a la que una burbuja de plasma cae desde la fulguración y cómo se vería en un espectrógrafo de IRIS. Sus resultados indican que el plasma gotea a velocidades de caída libre, de manera parecida a la trayectoria que sigue una pelota de baloncesto después de ser lanzada.