ALMA capta los restos de una supernova
07/01/2014 de ESO
Inéditas observaciones realizadas con el telescopio ALMA (Atacama Large Millimeter/ submillimeter Array) logran captar, por primera vez, los restos de una supernova reciente con presencia de grandes cantidades de polvo cósmico formado hace poco tiempo atrás. Este polvo podría dar respuesta a la manera en la que muchas galaxias adquirieron un aspecto oscuro y polvoriento.
Un equipo internacional de astrónomos usó ALMA para observar las brillantes huellas de la Supernova 1987a, ubicada en la Gran Nube de Magallanes, una galaxia enana, satélite de la Vía Láctea y situada a unos 160.000 años-luz de la Tierra. Esta supernova es la explosión más cercana captada desde la observada por Johannes Kepler dentro de nuestra galaxia en 1604.
Las galaxias contienen enormes cantidades de polvo y se piensa que las supernovas son una de las principales fuentes de producción, especialmente en el Universo primitivo. Pero las evidencias de la capacidad que tienen las supernovas de generar polvo son muy escasas. No explican los grandes volúmenes de polvo detectados en galaxias jóvenes y lejanas. Sin embargo, ALMA está revolucionando este escenario.
“Es la primera vez que realmente hemos logrado obtener imágenes del lugar donde se formó el polvo, lo que es de gran importancia para comprender la evolución de las galaxias”, señala Remy Indebetouw, astrónomo del Observatorio Radioastronómico Nacional de los Estados Unidos (NRAO) y de la Universidad de Virginia.
La sensibilidad sin precedentes de ALMA ha permitido fotografiar el polvo frío, que se encuentra en mayores proporciones y brilla intensamente en luz milimétrica y submilimétrica (así se miden las longitudes de onda que proceden de las regiones lejanas y tempranas del Universo). Los astrónomos han podido calcular que el remanente de la supernova contiene alrededor del 25% de la masa del Sol en polvo recién formado.
Mikako Matsuura, de la Escuela Universitaria de Londres, señala que el polvo puede tener diversos orígenes, pero que en la mayor parte del Universo debe de haber nacido de las supernovas. “Por fin tenemos una evidencia clara que avala esa teoría”, subraya con entusiasmo.