Una violenta reacción de helio en la superficie de una enana blanca provoca una explosión de supernova
5/10/2017 de Kavli IPMU / Nature
Un equipo internacional de astrónomos ha encontrado pruebas de una explosión de supernova que fue inicialmente provocada por una detonación de helio, según un nuevo estudio publicado esta semana en la revista Nature.
Una supernova de tipo Ia es un tipo de explosión de una estrella enana blanca que se produce en un sistema binario en el que dos estrellas están girando una alrededor de la otra. Debido a que estas supernovas brillan 5 millones de veces más que el Sol, son utilizadas en astronomía como puntos de referencia para el cálculo de distancias a objetos del espacio. Sin embargo, nadie ha sido capaz de encontrar pruebas sólidas de qué es lo que provoca estas explosiones. Además se producen sólo una vez cada 100 años en cada galaxia, lo que las hace difíciles de ver.
En esta investigación los astrónomos pretendían comprobar la hipótesis de que las supernovas de tipo Ia son resultado de una estrella enana blanca consumiendo helio de una estrella compañera. El recubrimiento extra de helio en la estrella provocaría una violenta reacción nuclear que, a su vez, haría que la estrella explotara desde el interior como supernova.
Para maximizar las posibilidades de hallar supernovas de tipo Ia recientes o nuevas, los investigadores emplean la cámara Hyper Suprime-Cam del telescopio Subaru que puede captar una gran área del cielo de una sola vez. «Entre las 100 supernovas que descubrimos en una sola noche, identificamos una supernova de Tipo Ia que había explotado menos de un día antes de nuestra observación. Sorprendentemente, esta supernova mostró un brillante destello el primer día, que pensamos que debía de estar relacionado con la naturaleza de la explosión. Comparando los datos de la observación con cálculos de cómo afectaría la combustión de helio al brillo y color con el paso del tiempo, descubrimos que teoría y observación estaban de acuerdo. Esta es la primera vez que alguien ha encontrado pruebas sólidas que apoyen esta teoría», explica Keichi Maeda (Universidad de Kyoto).