Una nueva mirada al Remolino (imagen)
11/6/2010 de CAHA
La galaxia espiral M51 la descubrió Charles Messier en 1773, pero la primera persona que se percató de su llamativa estructura espiral fue William Parsons (conde de Rosse) en 1845, gracias a su enorme telescopio reflector, el Leviatán de Parsonstown. Para percibir sus formas intrincadas se requiere un telescopio grande, pero incluso los instrumentos pequeños para aficionado revelan que esta galaxia no se encuentra sola, sino que tiene una pequeña compañera, la galaxia irregular enana NGC 5195.
En la actualidad está claro que estos dos sistemas estelares se hallan en proceso de collision, y que la marcada forma espiral de M51 se debe, sobre todo, a las fuerzas de marea desencadenadas por este choque. Desde la Tierra, por puro azar, vemos el disco de M51 de frente, lo que permite estudiarlo con detalle. A una distancia de 23 millones de años-luz, las dimensiones aparente de M51 implican que esa galaxia tiene que ser bastante parecida a la nuestra, aunque algo menor.
El contenido gaseoso de las galaxias que colisionan se comprime, y este hecho desencadena episodios violentos de formación estelar eruptiva (Starbursts). Las regiones de formación estelar se detectan gracias al brillo rosado del hidrógeno ionizado. Las imágenes obtenidas en el color llamado H-alfa revelan las zonas donde las estrellas recién nacidas ionizan el gas.
M51 experimenta una actividad de formación estelar mucho más potente que las galaxias aisladas como la nuestra. Esta circunstancia salta a la vista en la imagen en la que se ha realzado la luz H-alfa. Como cabía esperar, la actividad de formación estelar se concentra en las áreas donde se aprecian más estrellas jóvenes y masivas: los brazos espirales azulados. Pero las emisiones de luz H-alfa en M51 no se restringen a los brazos espirales, sino que se extienden por otras zonas. Uno de los rasgos más llamativos e intrigantes de esta imagen corresponde a la región difusa con emisión H-alfa débil al norte (izquierda) de NGC 5195, un detalle que no se había apreciado antes y que está relacionado, también, con los efectos de la colisión sobre el contenido gaseoso de las galaxias.
Esta imagen se obtuvo con el telescopio reflector Zeiss de 1.23 m del Observatorio de Calar Alto (CAHA) como parte del Proyecto de Divulgación que dirige la Fundación Descubre con este instrumento. Las observaciones las planeó y ejecutó la Escuela Documentalista de Astrofotografía (DSA), la misma entidad que luego procesó los datos con la colaboración del Observatorio Astronómico de la Universidad de Valencia (OAUV) con el paquete informático PixInsight.