Leyendo la historia de un meteorito de 4500 millones de años
4/3/2011 de UC Berkeley / Science
Los científicos han realizado un análisis microscópico del núcleo y las capas exteriores de un fragmento del tamaño de un guisante procedente de un meteorito de 4570 millones de edad para reconstruir la historia de su formación, proporcionando las primeras evidencias de que las partículas de polvo como ésta experimentaron ambientes salvajemente cambiantes durante los años de formación de los planetas en nuestro Sistema Solar.
Los investigadores interpretan estos descubrimientos como indicios de que los granos de polvo viajaron largas distancias mientras el remolino de la nebulosa protoplanetaria se condensaba en planetas. El grano de polvo individual que han estudiado parece haberse formado en el ambiente caliente del Sol, y puede haber sido expulsado fuera del plano del Sistema Solar, para luego caer de nuevo en el cintuón de asteroides, y eventualmente recircular de vuelta hacia el Sol.
Esta odisea es consistente con algunas teorías sobre cómo se formaron los granos de polvo en la nebulosa protoplanetaria primitiva, o próplido, eventualmente sembrando la formación de planetas.
Los meteoritos han intrigado a los científicos espaciales durante más de 100 años porque contienen minerales que podrían formarse sólo en ambientes fríos, así como minerales que han sido alterados por ambientes calientes. Las condritas carbonáceas, en particular, contienen CAls (inclusiones ricas en calcio y aluminio) del tamaño de milímetros y hasta del tamaño de centímetros que en el pasado se calentaron hasta el punto de fundirse y más tarde se soldaron al polvo espacial frío.
«Estos meteoritos primitivos son como cápsulas del tiempo, que contienen los materiales más antiguos de nuestro Sistema Solar», afirma Justin I. Simon. «Los CAls se encuentran entre los componentes más interesantes de los meteoritos. Han registrado la historia de nuestro Sistema Solar antes de que ninguno de los planetas se formara, y fueron los primeros sólidos que condensaron a partir de la nebulosa gaseosa que rodeaba nuestro protosol».