Las enanas rojas podrían desembarazarse de la protección planetaria
2/7/2013 de Royal Astronomical Society
Las enanas rojas son el tipo más común de estrellas, constituyendo el 75 % de estrellas de nuestra Galaxia. Son mucho más pequeñas y mucho menos masivas que nuestro Sol, y por esa razón, mucho más débiles. Si se encuentran planetas alrededor de estas estrellas, entonces, dado el número de enanas rojas, la vida podría ser muy común. Pero un grupo de científicos dirigido por la doctora Aline Vidotto, de la Universidad de St Andrews, ha puesto en duda esta idea. Su trabajo sugiere que los campos magnéticos de enanas rojas podrían comprimir los que se encuentran alrededor de planetas como la Tierra, dejando a la vida vulnerable frente a la radiación procedente del espacio.
Debido a su poco brillo, incluso los planetas pequeños en órbita alrededor de enanas rojas bloquearían una cantidad considerable de luz si pasaran entre la estrella y la Tierra. Las masas bajas de estas estrellas también suponen que la atracción gravitatoria de un planeta del tamaño de la Tierra es suficiente para hacer que su estrella se balancee mientras el planeta se mueve a su alrededor. Este movimiento produce un desplazamiento hacia adelante y atrás en las líneas del espectro de la estrella, que puede ser detectado con telescopios desde la Tierra.
Las enanas rojas son más frías que el Sol, así que la llamada zona habitable o zona «de Ricitos de Oro», donde la vida podría desarrollarse, está mucho más cerca que en nuestro Sistema Solar. Los planetas en la zona de Ricitos de Oro están a la temperatura justa para que pueda encontrarse agua líquida en sus superficies. Todo esto convierte a las enanas rojas en objetivos principales para la búsqueda de planetas similares a la Tierra en otros lugares de la Galaxia. Pero hay otros factores importantes que convierten a los planetas en lugares buenos para vivir, como atmósferas razonablemente gruesas.
Especialmente cuando son relativamente jóvenes, las enanas rojas poseen potentes campos magnéticos propios, habiéndose visto directamente una docena de ellos en años recientes. Éstos pueden tener efectos muy diferentes en planetas en órbita. Aline y su equipo han encontrado que la presión extrema ejercida por estos campos puede ser tan fuerte que comprima las magnetosferas planetarias lo suficiente como para destruirlas completamente con el paso del tiempo, haciendo en la práctica que estos mundos sean inhabitables.