Dos supernovas antiguas explotaron tan cerca de la Tierra que pudieron dañar la vida con su radiación
12/7/2016 de The University of Kansas / The Astrophysical Journal Letters
Resto de una supernova que explotó en la Gran Nube de Magallanes, una galaxia vecina de la Vía Láctea. Se trata de los escombros de una estrella masiva que explotó, expulsando sus capas gaseosas al espacio, junto con grandes cantidades de radiación. Crédito: NASA, ESA, HEIC, y The Hubble Heritage Team (STScI/AURA).
Investigaciones publicadas en abril proporcionaron pruebas seguras sobre dos supernovas prehistóricas que explotaron a unos 300 millones de años luz de la Tierra. Ahora, una investigación de seguimiento basada en modelos por computadora demuestra que estas supernovas probablemente expusieron la biología de nuestro planeta a ráfagas de radiación cósmica de larga duración, que también afectaron a la atmósfera.
Según Adrian Melott (Universidad de Kansas), inicialmente las dos estrellas que explotaron hace entre 1.7 y 3.2 millones de años una, y la otra hace entre 6.5 y 8.7 millones de años, habrían provocado luz azul en el cielo nocturno suficientemente brillante como para perturbar los patrones de sueño de los animales durante varias semanas.
Pero los efectos mayores habrían procedido de la radiación, que Melott indica que habría transportado dosis equivalentes a una tomografía computarizada al año para cada criatura que habitara la tierra o las partes menos profundas del océano. «El problema resultan ser los rayos cósmicos», comenta. «Los de energía realmente alta son bastante raros. En este caso se incrementan en mucho, durante varios cientos o miles de años, en un factor de varios centenares. Los rayos cósmicos de alta energía son los que pueden penetrar en la atmósfera. Pueden romper moléculas, extraer electrones de átomos y eso continúa hasta nivel el del suelo. Normalmente solo ocurre a grandes alturas».
El exposición intensificada a los rayos cósmicos de las supernovas pudo tener «efectos sustanciales sobre la atmósfera y y la biota terrestres», escriben los autores del estudio. Por ejemplo, la investigación sugiere que las supernovas podrían haber aumentado en un factor 20 la irradiación de muones a nivel del suelo. Un muón es un primo del electrón, varios cientos de veces más pesado y puede penetrar a varios cientos de metros de roca. Según Melott, la radiación de muones podría haber sido suficientemente alta como para intensificar el ritmo de mutaciones y la frecuencia del cáncer, «pero no enormemente. Sin embargo, si aumentas el ritmo de las mutaciones, aceleras la evolución».
De hecho, una extinción masiva menor ocurrida hace unos 2.59 millones de años, podría estar relacionada en parte con la intensificación de los rayos cósmicos, que habrían contribuido a enfriar el clima de la Tierra. «Había un cambio climático en marcha alrededor de esta época», afirma Melott. «En esta época y posteriormente empezamos a tener glaciaciones una y otra vez, y no está clara la razón por la que esto empezó a ocurrir. Es controvertido, pero puede que los rayos cósmicos tuvieran algo que ver con ello».