Agosto 2016
Los barrancos de Marte, probablemente no formados por agua líquida
1/8/2016 de JPL / Geophysical Research Letters
Los barrancos marcianos vistos con la cámara HiRISE del Mars Reconnaissance Orbiter se asemejan a barrancos en la Tierra que son excavados por agua líquida. Crédito: NASA/JPL-Caltech/UA/JHUAPL.
Nuevos descubrimientos realizados empleando datos de la nave Mars Reconnaissance Orbiter de NASA muestran que los barrancos del Marte moderno probablemente no fueron formados por el flujo de agua líquida. Esta nueva prueba permitirá a los investigadores concretar mejor las teorías sobre la formación de los barrancos marcianos y revelar más detalles sobre los procesos geológicos recientes de Marte.
Los científicos emplean el término barranco para estructuras de Marte que comparten tres características en su forma: una cárcava arriba (pequeña cuenca), un canal y un abanico sedimentario de material depositado en el fondo.
Los investigadores han examinado más de 100 barrancos por todo el planeta. Los datos no muestran pruebas mineralógicas de agua líquida abundante o de sus productos, señalando a otros mecanismos diferentes del flujo de agua (como la congelación y deshielo de dióxido de carbono) como los principales causantes de la evolución reciente de los barrancos.
Los barrancos son una estructura común y generalizada de la superficie marciana, apareciendo sobre todo a entre 30 y 50 grados de latitud en ambos hemisferios, norte y sur, generalmente en pendientes que miran hacia los polos. En la Tierra los barrancos similares son formados por agua líquida. Sin embargo, bajo las condiciones actuales, el agua líquida es transitoria en la superficie de Marte y puede aparecer sólo en pequeñas cantidades de salmuera. La ausencia de agua suficiente para excavar barrancos ha originado una amplia variedad de teorías sobre su creación, incluyendo mecanismos diferentes que contemplan la evaporación de agua y de escarcha de dióxido de carbono.
Descubren un lugar de nacimiento de estrellas escondido
1/8/2016 de University of Manchester
Imagen de la galaxia espiral NGC 4945. En el recuadro, la imagen del centro de la galaxia tomada por ALMA. Fuente: Universidad de Manchester.
Un equipo de astrónomos de la Universidad de Manchester, el Instituto Max Planck de Radioastronomía y la Universidad de Bonn ha descubierto un lugar de nacimiento de estrellas escondido en una galaxia espiral cercana. El resultado demuestra que la velocidad de la formación de estrellas en el centro de la galaxia (y en otras como ella) puede ser mucho mayor de lo que se pensaba. Los investigadores penetraron en el polvo denso presente alrededor del centro de la galaxia NGC 4549 utilizando el radiotelescopio ALMA, constituido por 66 antenas situadas a 5000 m de altura sobre el nivel del mar al norte de Chile.
Habitualmente los astrónomos buscan la luz ultravioleta o infrarroja de las estrellas más brillantes, calientes y azules. Los lugares donde se forman las estrellas a menudo se hallan rodeados por polvo interestelar que absorbe la luz ultravioleta y visible de las estrellas calientes azules, haciendo que sea difícil ver dónde se están formando. Sin embargo, el polvo interestelar se calienta cuando absorbe luz y produce radiación infrarroja.
NGC 4945 es inusual porque el polvo interestelar es tan denso que incluso absorbe la luz infrarroja que produce, así que los astrónomos lo tiene muy difícil para averiguar qué está ocurriendo en el centro de la galaxia. Sin embargo, ALMA es capaz de ver a través del polvo interestelar más denso.
«Cuando miramos la galaxia con ALMA, su centro era diez veces más brillante de lo que esperábamos basándonos en la imagen del infrarrojo medio. Era tan brillante que pedí a uno de mis colaboradores que comprobase mis cálculos para asegurarnos de que no había cometido un error», comenta el Dr. George J. Bendo.
La magnetosfera traga gran cantidad de la energía del viento solar
1/8/2016 de JAXA
Una ilustración de artista de las misiones GEOTAIL y MMS para estudiar cómo toma energía la magnetosfera del viento solar. Crédito: ISAS/JAXA.
Un equipo internacional de investigadoes dirigido por Hiroshi Hasegawa y Naritoshi Kitamura (ISAS/JAXA) ha analizado datos tomados por la misión nipona-estadounidense GEOTAIL y de los satélites MMS de NASA, revelando que la interacción que existe entre los campos magnéticos de la Tierra y del Sol, lo que se denomina de forma más precisa reconexión magnética, puede alimentar la formación de las auroras.
La región del espacio exterior cercana a la Tierra, a menudo llamada el geoespacio, no es una zona tranquila. Por ejemplo, el viento sloar, un flujo rápido de partículas cargadas eléctricamente, dirigido por el campo magnético del Sol y que azota la Tierra, es dañino para las vida en nuestro planeta. Por fortuna, la Tierra posee un escudo. La magnetosfera terrestre proporciona una protección invisible frente al viento solar. La interacción entre el viento solar y la magnetosfera puede producir varios fenómenos, entre ellos las auroras.
La reconexión magnética se piensa que es el mecanismo clave en la llegada de la energía del viento solar a la magnetosfera de la Tierra. Cuando la reconexión se produce en varios sitios, se originan cuerdas magnéticas compuestas por líneas del campo magnético retorcidas. Este estudio demuestra que las cuerdas a veces pueden desaparecer y entonces la energía del viento solar no penetra en la magnetosfera, aunque se haya producido la reconexión. El estudio demostró también que la reconexión magnética continúa por un periodo de al menos 5 horas y que cubre una distancia de unos 70 000 km.
Combinando estos resultados, los investigadores concluyeron que el proceso de reconexión magnética es suficiente para tomar energía del viento solar e inducir auroras. Además la línea de reconexión magnética se desplaza hacia el hemisferio donde es invierno. Esto podría tener relación con el hecho conocido de que la actividad de las auroras disminuye durante el verano y el invierno.
Los astronautas del programa Apollo experimentan una proporción mayor de muertes relacionadas con problemas cardiovasculares
1/8/2016 de Florida State University / Scientific Reports
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Los miembros del exitoso programa espacial Apollo están experimentando proporciones más altas de lo normal de problemas cardiovasculares. Esto se piensa que es una consecuencia de su exposición a la radiación del espacio profundo.
En un nuevo trabajo de investigación, el profesor Michael Delp (Florida State University) explica que los hombres que viajaron al espacio profundo formando parte de las misiones lunares fueron expuestos a niveles de radiación cósmica que no han sido experimentados por otros astronautas o cosmonautas. Esa exposición se está manifestando ahora como problemas cardiovasculares. «Sabemos muy poco acerca de los efectos de la radiación del espacio profundo sobre la salud humana, en particular sobre el sistema cardiovascular», comenta Delp. «Esto nos proporciona una primera visión acerca de sus efectos adversos en los humanos».
Se trata del primer estudio que examina la mortalidad de los astronautas del programa Apollo. El programa Apollo estuvo activo de 1961 a 1972, con 11 vuelos tripulados al espacio entre 1968 y 1972. Nueve de ellos fueron más allá de la órbita de la Tiera al espacio profundo. Este programa destacó por llevar hombres a la Luna, y también por la misión fallida del Apollo 13 que inspiró la película de Ron Howard en 1995.
Como grupo, los astronautas gozan de acceso al mejor cuidado médico, lo que significa que están mejor atendidos que la población general. Pero el grupo de hombres del programa Apollo experimentó condiciones ambientales diferentes a las que nadie haya sostenido cuando viajaron al espacio profundo. Delp ha encontrado que un 43 por ciento de los astronautas del programa Apollo que han fallecido murieron por un problema cardiovascular. Esto es de cuatro a cinco veces más que astronautas que no han volado y astronautas que han viajado en una órbita baja.
Susurros débiles procedentes del espacio revelan la vida pasada de una famosa estrella
2/8/2016 de The University of Sydney / Monthly Notices of the Royal Astronomical Society
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Un equipo de astrónomos ha logrado asomarse al pasado de una estrella cercana millones de años antes de su famosa explosión, utilizando un telescopio en un remoto lugar de Australia libre de interferencias en radio de frecuencia modulada. La investigación, dirigida por un estudiante de la Universidad de Sydney, en colaboración con un equipo internacional de astrónomos, ha consistido en la observación a las frecuencias de radio más bajas de la historia de la región estudiada, y ha ayudado a mejorar nuestros conocimientos sobre las explosiones estelares.
La investigación pinta una imagen de la vida de la estrella muy anterior a su muerte en lo que fue la supernova más cercana y brillante vista desde la Tierra, ahora conocida como el resto de supernova 1987A, que colapsó espectacularmente hace casi 30 años. Mucho se ha podido averiguar acerca del pasado inmediato de esta estrella estudiando las ruinas cósmicas producidas por su colapso el 23 de febrero de 1987. Ahora la detección de sus susurros débiles en radio de baja frecuencia ha proporcionado datos nuevos.
Con el Murchison Widefield Array los radioastrónomos pudieron «ver» la época en que la estrella se encontraba en su larga fase de supergigante roja, millones de años antes de la explosión. Callingham explica que los estudios anteriores se centraron en el material expulsado al espacio cuando la estrella se hallaba en su fase final de supergigante azul. «Igual que excavar unas ruinas antiguas nos enseña acerca de la vida de una civilización pasada, mis colaboradores y yo hemos utilizado observaciones en radio de baja frecuencia como una ventana a la vida de la estrella», comenta.
Los investigadores descubrieron que la supergigante roja perdió su material a un ritmo más lento y generó vientos menos rápidos de lo que se pensaba, que presionaron sobre sus alrededores. «Nadie sabía qué estaba ocurriendo a frecuencias bajas de radio porque las señales de nuestras emisoras en FM ahogan las señales débiles del espacio. Ahora estudiando la intensidad de la señal de radio, los astrónomos pueden calcular por primera vez la densidad del gas de los alrededores y así comprender el ambiente de la estrella antes de que muriera», aclara el profesor Brian Gaensler (Universidad de Toronto).
Evitando tropiezos, en los paseos espaciales y en las aceras
2/8/2016 de MIT
Un equipo de investigadores está desarrollando una nueva bota con sensores incorporados y diminutos motores «hápticos», o táctiles, cuyas vibraciones pueden guiar la portador para rodear o superar obstáculos. Crédito: Jose-Luis Olivares/MIT.
Los videos de astronautas tropezando con rocas lunares quizás sean entretenidos, pero las caídas en el espacio pueden poner en peligro las misiones de los astronautas e incluso sus vidas. Levantarse dentro de un traje espacial voluminoso y presurizado puede consumir tiempo y preciosas reservas de oxígeno, y las caídas aumentan el riesgo de que el traje se perfore.
La mayoría de las caídas se producen porque los trajes espaciales limitan la habilidad de los astronautas para ver y sentir el terreno a su alrededor, así que investigadores del departamento de astronáutica y aeronáutica del MIT y el laboratorio Charles Stark Draper de Cambridge (Massachusetts) están desarrollando una nueva bota espacial con sensores incorporados y pequeños motores hápticos, cuyas vibraciones pueden guiar al usuario para rodear o superar obstáculos. El trabajo podría tener también implicaciones en el diseño de sistemas de navegación para las personas con deficiencia visual. El desarrollo de estos sistemas se ha visto obstaculizado por la falta de eficiencia y de métodos fiables de comunicación de la información espacial a los usuarios.
En el estudio piloto, Alison Gibson (MIT) desarrolló un instrumento que colocaba seis motores hápticos alrededor de cada uno de los pies de una persona: un motor en el talón, el dedo gordo y el empeine, y tres a lo largo del borde externo. La intensidad de las vibraciones de los motores podía ser cambiada continuamente desde el nivel mínimo al máximo. El sujeto se sentaba con estos instrumentos colocados en los pies frente a una computadora. El software le pedía que indicase cuándo sentía las vibraciones y en qué lugares del pie, primeros concentrados en los estímulos que recibían sus pies, y luego mientras estaban distraídos con un sencillo test cognitivo.
En base a los resultados del estudio, Gibson está desarrollando una bota con motores en sólo tres posiciones: dedo gordo, talón y la parte delantera del lado externo del pie. Los estímulos no variarán continuamente sino que saltarán de intensidad baja a alta cuando el portador se halle en riesgo de chocar con un obstáculo. Los estímulos de alta intensidad también serán pulsados para ayudarles a distinguirlos de los de baja intensidad.
¿Es prematura la vida terrestre desde una perspectiva cósmica?
2/8/2016 de CfA
Esta ilustración de artista muestra una estrella enana roja con dos planetas habitables en órbita. Dado que las estrellas enanas rojas viven tanto tiempo, la probabilidad de que la vida cósmica aparezca crece con el paso del tiempo. Como resultado, la vida terrestre podría ser considerada «prematura». Crédito: Christine Pulliam (CfA).
El Universo tiene 13800 millones de años, aunque nuestro planeta se formó hace sólo 4500 millones de años. Algunos científicos piensan que este intervalo de tiempo significa que la vida en otros planetas podría ser miles de millones de años más antigua que la nuestra. Sin embargo, un nuevo trabajo teórico sugiere que la vida actual es en realidad prematura desde una perspectiva cósmica.
La vida tal como la conocemos fue posible inicialmente unos 30 millones de años después del Big Bang, cuando las primeras estrellas sembraron el cosmos con los elementos necesarios como el carbono y el oxígeno. La vida desaparecerá dentro de 10 billones de años, cuando las últimas estrellas se apaguen y mueran. Avi Loeb y sus colaboradores estudiaron la probabilidad relativa de la vida entre estos dos límites.
El factor dominante demostró ser el tiempo de vida de las estrellas. Cuanto mayor es la masa de una estrella, más corta es su vida. Las estrellas de más de unas tres veces la masa del Sol expirarán antes de que la vida haya tenido la oportunidad de evolucionar. Por el contrario, las estrellas más pequeñas tienen menos de un 10 por ciento de la masa del Sol. Brillarán durante 10 billones de años, dando a la vida tiempo de sobra para emerger en cualquiera de los planetas que albergue. Como consecuencia, la probabilidad de la vida crece con el tiempo. De hecho las probabilidades de la vida son 1000 veces más altas en el futuro lejano que ahora.
«Así que podrías preguntar, ¿por qué no estamos viviendo en el futuro cerca de una estrella de masa baja?», reflexiona Loeb. «Una posibilidad es que somos prematuros. Otra posibilidad es que el ambiente de una estrella de masa baja es peligroso para la vida». Aunque las estrellas enanas rojas de masa baja viven durante mucho tiempo, también suponen amenazas particulares. En su juventud emiten fuertes fulguraciones y radiación ultravioleta que podrían arrancar la atmósfera de cualquier mundo rocoso situado en la zona habitable.
Para determinar qué posibilidad es la correcta (nuestra existencia prematura o el peligro de las estrellas de masa baja) Loeb recomienda buscar señales de habitabilidad en estrellas enanas rojas cercanas y sus planetas. Las futuras misiones espaciales como el satélite Transiting Exoplanet Survey Satellite y el telescopio espacial James Webb deberían ayudar a responder estas preguntas.
Un gigantesco vacío estelar en la Vía Láctea
2/8/2016 de Royal Astronomical Society / Monthly Notices of the Royal Astronomical Society
Ilustración de artista de la distribución de estrellas jóvenes, representadas aquí por las cefeidas mostradas como estrellas azules pintadas sobre un dibujo de la Vía Láctea. Con la excepción de una pequeña concentración en el centro galáctico, los 8000 años luz centrales parecen tener muy pocas cefeidas y, por tanto, muy pocas estrellas jóvenes. Crédito: The University of Tokyo.
Es necesaria una importante revisión de lo que sabemos sobre nuestra galaxia la Vía Láctea, según un equipo internacional de investigadores dirigido por el profesor Noriyuki Matsunaga (Universidad de Tokio). Estos astrónomos japoneses, sudafricanos e italianos han descubierto que existe una enorme región alrededor del centro de nuestra propia galaxia que carece de estrellas jóvenes.
La Vía Láctea es una galaxia espiral que contiene miles de millones de estrellas, con nuestro Sol a unos 26 000 años luz de su centro. Medir la distribución de estas estrellas es crucial para nuestra comprensión de cómo nuestra galaxia se formó y evolucionó. Las estrellas pulsantes llamadas cefeidas son ideales para esto. Son mucho más jóvenes (con entre 10 y 300 millones de años de edad) que nuestro Sol (de 4600 millones de años) y su brillo pulsa con un ciclo regular. La duración de este ciclo está relacionada con la luminosidad de la cefeida, así que si los astrónomos la monitorizan pueden determinar lo brillante que es realmente, comparar con el brillo que miden desde la Tierra y determinar su distancia.
El equipo de Matsunaga ha realizado observaciones en el infrarrojo con el telescopio japonés-sudafricano instalado en Sutherland (Sudáfrica). Para su sorpresa apenas encontraron cefeidas en una enorme región que abarca miles de años luz desde el centro de la Galaxia.
Noriyuki Matsunaga explica: «Hace algún tiempo encontramos que había cefeidas en el corazón central de nuestra Vía Láctea (en una región de unos 150 años luz de radio). Ahora descubrimos que fuera de ella existe un enorme desierto de cefeidas llegando a 8000 años luz del centro». Esto sugiere que una gran parte de nuestra Galaxia, llamada el disco interno extremo, no tiene estrellas. «Nuestras conclusiones contradicen otros trabajos recientes, pero están en la línea del trabajo de los radioastrónomos que no ven estrellas nuevas naciendo en este desierto», afirma Michael Feast, coautor de la investigación.
La sonda de vientos Aladin, lista para Aeolus
3/8/2016 de ESA
Ilustración de artista que muestra la misión Aeolus de la ESA estudiando los vientos de la Tierra, lo que permitirá mejorar las predicciones meteorológicas y comprender mejor la dinámica de nuestra atmósfera. Crédito: ESA/ATG medialab.
Ha tardado años en construirse, pero una de las piezas más complicadas de tecnología espacial que jamás se haya creado está lista finalmente para unirse a su satélite y ser lanzada a finales del año próximo. Este hito nos coloca un paso más cerca de conocer mejor los vientos de la Tierra.
Aeolus, que transporta láseres pioneros, será el primer satélite que estudie el viento globalmente. La observación de cortes verticales de la atmósfera, junto con información sobre aerosoles y nubes permitirán que avancemos en nuestro conocimiento de la dinámica de la atmósfera y contribuirán a las investigaciones sobre el clima. Dado que Aeolus proporcionará medidas casi en tiempo real, su información será también muy útil para mejorar las predicciones meteorológicas.
El sofisticado instrumento Aladin incorpora dos potentes láseres, un gran telescopio y receptores muy sensibles. El láser genera luz ultravioleta que es dirigida hacia la Tierra. Esta luz rebota en las moléculas del aire y en partículas pequeñas como polvo, hielo y gotas de agua en la atmósfera. La fracción de luz que es dispersada de regreso hacia el satélite es captada por el telescopio de Aladin y medida.
El profesor Erland Källén (European Centre for Medium Range Weather Forecasts) afirma: «La misión Aeolus proporcionará observaciones del viento que son únicas con respecto a las capacidades de los sistemas globales de observación actuales». Los investigadores esperan que tenga un gran impacto sobre los informes de predicción meteorológica. «En los trópicos, la información sobre los vientos domina los análisis atmosféricos y esto tiene influencia en la calidad de las predicciones meteorológicas en Europa para la semana siguiente», añade Källén.
Cinco años después del lanzamiento, Juno se encuentra en un punto de inflexión
3/8/3016 de JPL
Ilustración artística de la nave Juno en órbita por encima de Júpiter. Desde su particular órbita polar Juno se zambullirá repetidamente entre el planeta y sus intensos cinturones de radiación constituidos por partículas cargadas eléctricamente, acercándose hasta 5000 km de las nubes. Crédito: NASA/JPL-Caltech.
Cinco años después de partir de la Tierra y transcurrido un mes desde que entró en órbita alrededor de Júpiter, la nave espacial Juno de NASA ha superado un punto de inflexión. El pasado 31 de julio Juno alcanzó el punto más alejado de Júpiter en su órbita, a 8 millones de kilómetros del planeta gigante. Tras este punto, el dominio gravitatorio de Júpiter sobre Juno provocará que la nave espacial empiece a caer de regreso hacia el planeta para volver a pasar por él, esta vez con sus ‘ojos’ científicos muy abiertos.
La nave se encuentra ejecutando la primera de dos órbitas largas anteriores al inicio de su misión científica. Cada órbita de captura dura casi dos meses, una gran espera para el ansioso equipo de científicos de la misión, aunque no es nada comparado con la larga espera que supuso el viaje hasta Júpiter.
Juno llegó a Júpiter el pasado 4 de julio, poniendo en marcha su motor principal durante 35 minutos, tal como estaba planeado. La maniobra ejecutada a la perfección permitió que la gravedad de Júpiter capturara la nave alimentada con energía solar, en la primera de dos órbitas de 53.4 días de duración, las llamadas órbitas de captura. Tras las órbitas de captura, Juno encenderá su motor una vez más para acortar su periodo orbital a 14 días e iniciar su misión científica.
Pero antes de que esto ocurra, el 27 de agosto Juno debe finalizar su primera vuelta alrededor de Júpiter, con una línea de meta que supone el paso más cercano sobre el gigante de gas. Durante el encuentro, Juno rozará Júpiter a solo 4200 kilómetros por encima de las cubiertas de nubes.
El encendido del motor propina un empujón a una misión con destino a Marte
3/8/2016 de ESA
Ilustración de artista de ExoMars Trace Gas Orbiter, con el módulo Schiaparelli de demostración de entrada, descenso y aterrizaje. Crédito: ESA/ATG medialab.
Tras un largo encendido de su potente motor en la mañana del 28 de julio, la nave ExoMars Trace Gas Orbiter de ESA está en la ruta que la llevará al Planeta Rojo en octubre. Esta fue la primera maniobra crítica de ExoMars desde que fuera lanzada el pasado 14 de marzo, poniendo en marcha su motor durante 52 minutos para poder interceptar Marte el 19 de octubre. ExoMars es una misión conjunta con la agencia rusa Roscosmos y ya ha recorrido más de la mitad de su viaje de casi 500 millones de kilómetros.
ExoMars Trace Gas Orbiter, TGO, transporta el módulo de demostración de entrada, descenso y aterrizaje Schiaparelli. Cuando llegue, Schiaparelli probará la tecnología necesaria para que el róver de 2020 realice un aterrizaje controlado, mientras su nave nodriza se frenará, colocándose en una órbita elíptica alrededor de Marte. Durante los meses posteriores, TGO rozará las partes externas de la atmósfera, disminuyendo así la altura de su órbita. Su órbita circular final de unos 400 km de altitud le permitirá iniciar su misión científica de cinco años en diciembre de 2017.
El encendido había sido planeado con mucha anticipación y su duración fue calculada cuidadosamente para minimizar el consumo de combustible durante todo el viaje y las maniobras de captura por Marte. Esto incluye un segundo encendido el 11 de agosto y otras maniobras menores de ajuste el 19 de septiembre y el 14 de octubre.
TGO analizará gases raros de la atmósfera del planeta, especialmente metano, que en la Tierra es indicador de procesos activos geológicos o biológicos.
Observan el colapso atmosférico de Io durante un eclipse
3/8/2016 de Southwest Research Institute / Journal of Geophysical Research
Ilustración de artista que muestra la atmósfera de Io, la luna volcánica de Júpiter, mientras colapsa durante los eclipses diarios. Crédito: Southwest Research Institute.
Un equipo de investigadores, dirigido por el Southwest Research Institute, ha documentado cambios atmosféricos en Io, el satélite de Júpiter volcánicamente activo, mientras el planeta arrojaba su sombra sobre la superficie del satélite durante un eclipse que se produce a diario.
El estudio, liderado por Constantine Tsang, concluye que la delgada atmósfera de Io, que consiste principalmente en gas de dióxido de azufre (SO2) emitido por los volcanes, colapsa cuando el SO2 se congela sobre la superficie la hacer Júpiter sombra sobre Io. Cuando la luna sale del eclipse y el hielo se calienta, la atmósfera se vuelve a recuperar por sublimación, proceso por el que el hielo se convierte directamente en gas.
Los datos demostraron que la atmósfera de Io empieza a «deshincharse» cuando las temperaturas caen de los -148 ºC a la luz del Sol a los -168 ºC durante el eclipse. El eclipse se produce durante dos horas cada día de Io (1.7 días terrestres). En pleno eclipse, la atmósfera colapsa cuando la mayor parte del gas SO2 se posa como escarcha sobre la superficie de la luna. La atmósfera se regenera cuando la superficie se calienta una vez la luna regresa a plena luz solar.
«Esto confirma que la atmósfera de Io se encuentra en un estado constante de colapso y regeneración, y demuestra que una gran fracción de la atmósfera se debe a la sublimación del hielo de SO2«, afirma John Spencer (SwRI). «Aunque los volcanes hiperactivos de Io son la fuente última del SO2, la luz solar determina la presión atmosférica cada día controlando la temperatura del hielo de la superficie. Habíamos sospechado esto hace tiempo, pero finalmente podemos verlo ocurrir».
Los astrobiólogos estudian ambientes similares a Marte en la Tierra para comprender mejor las señales de la vida extraterrestre
4/8/2016 de Phys.org /MASE / New Scientist
Científicos del proyecto MASE estudian un ambiente similar a Marte en el interior de la mina Boulby, en Inglaterra, buscando señales de vida que ayuden a identificarla en otros planetas. Crédito: European Science Foundation.
Recientemente, un equipo de astrobiólogos del proyecto MASE (Análogos de Marte para la Exploración Espacial), financiado por la Unión Europea, ha descendido a 1.1 kilómetros bajo de la superficie de la Tierra, para estudiar un ambiente similar a Marte en la mina Boulby del Reino Unido, buscando respuestas sobre la vida en otros planetas. Seis miembros del equipo de MASE se dirigieron a la mina, situada en la costa noreste de Inglaterra, para estudiar formaciones antiguas, con patrones similares a panales de abejas, que se formaron hace 250 millones de años. Se han observado formaciones geológicas similares en Marte y el análisis de estas rocas ayudará a las futuras misiones espaciales a identificar mejor lugares potenciales donde buscar biofirmas.
«En Boulby las rocas se formaron hace unos 250 millones de años, en un gigantesco mar interior. Pensamos que las formas poligonales están conectadas con la expansión de la sal cuando el mar se secaba periódicamente, de forma parecida a los procesos que vemos hoy en día en el Valle de la Muerte de California. Estos patrones son similares a algunos ambientes que vemos en Marte. Sospechamos que los bordes contienen arcilla, hierro y sustancias orgánicas y queremos comprobar la hipótesis de que contienen señales de vida».
El objetivo de la campaña de la mina Boulby es tomar muestras sólidas para estudiar su composición al tiempo que se prueban diferentes instrumentos para la detección de vida que pueden ser empleados para estudiar depósitos de sal en la Tierra y otros lugares.
Láseres que funden rocas para revelar la formación de las supertierras y cómo producen magma los impactos gigantes
4/8/2016 de EurekAlert / Hiroshima University / Science Advances
Un equipo de investigadores ha observado la fusión de la forsterita, el componente más común del manto de la Tierra, para comprender cómo se forman y desarrollan los núcleos de los planetas. El láser es capaz de crear presiones representativas de los choques extremos que se producen entre objetos en el espacio. El objetivo es un cuadrado de 4 mm de lado. Al es aluminio, Qz es cuarzo. Crédito: Toshimori Sekine, Hiroshima University.
Experimentos nuevos han proporcionado datos acerca de cómo los planetas de tipo Tierra se forman cuando chocan entre sí asteroides gigantes o planetesimales, y cómo los interiores de estos planetas evolucionan. «Nuestros resultados permiten entender mejor cómo evolucionan los magmas generados por impactos y nos permiten crear modelos de las estructuras internas de los planetas tipo Tierra. Los choques a estas temperaturas y presiones extremas crearon nuestra propia Tierra y pueden también haber formado los mantos de otros planetas tipo supertierra, por ejemplo, CoRoT-7b and Kepler-10b», comenta Toshimori Sekine (Hiroshima University).
Estas potentes colisiones provocan reacciones químicas dentro de las rocas gigantes y el conocer los tipos de reacciones que se producen bajo determinadas condiciones proporciona a los investigadores una mejor comprensión del desarrollo de planetas demasiado lejanos para que sean explorados por los satélites.
Muchas de las rocas incluyen forsterita, un mineral representativo que constituye gran parte de la materia espacial. La forsterita, conocida por los científicos como Mg2SiO4, es una combinación de magnesio, silicio y oxígeno y es el constituyente más abundante del manto de la Tierra, la capa que existe entre la corteza superficial y el núcleo fundido.
El equipo de geofísicos e ingenieros consiguió con éxito medir la fusión de la forsterita. Sin embargo, replicar los choques intensos que pueden convertir minerales en magma en experimentos realizados en la Tierra fue un reto. La técnica de choque láser emplea un láser de alta potencia para irradiar un objetivo, que en los experimentos del equipo de Sekine era un bloque de forsterita. Los investigadores midieron la presión, temperatura, densidad y reflectividad de la forsterita sometida al láser.
«Nuestros resultados apuntan a la posibilidad de que los choques violentos a gran escala entre cuerpos del espacio conteniendo suficiente forsterita y desplazándose a más de 13 kilómetros por segundo podrían producir una estructura química a capas en los mantos de planetas terrestres masivos. La fusión de la forsterita puede haber producido una concentración de óxido de magnesio suficientemente alta en el núcleo de la Tierra primitiva como para producir un campo magnético alrededor del planeta», comenta Sekine.
¿Qué hay dentro de Ceres? Nuevos hallazgos con datos de la gravedad
4/8/2016 de JPL/ Nature
Esta ilustración de artista muestra un diagrama de la posible estructura del interior de Ceres, según los datos sobre el campo gravitatorio del planeta enano tomados por la misión Dawn de NASA. Crédito: NASA/JPL-Caltech/UCLA/MPS/DLR/IDA.
En decenas de miles de fotos enviadas por la nave espacial Dawn de NASA, el interior de Ceres no es visible. Pero los científicos tienen datos poderosos para estudiar la estructura interna de Ceres: el propio movimiento de Dawn. Como la gravedad domina la órbita de Dawn, los científicos pueden medir variaciones de la gravedad de Ceres estudiando los cambios sutiles en el movimiento de la nave espacial. Utilizando datos de Dawn, los científicos han cartografiado las variaciones de la gravedad de Ceres por primera vez, en un estudio publicado en la revista Nature, que proporciona pistas sobre la estructura interna del planeta enano.
«Los datos nuevos sugieren que Ceres posee un interior débil, y que el agua y otros materiales ligeros se separaron parcialmente de la roca durante una fase de calentamiento al principio de su historia», comenta Ryan Park (JPL).
Ceres tiene una propiedad especial llamada «equilibrio hidrostático», que ha sido confirmada en este estudio. Esto significa que el interior de Ceres es suficientemente débil para que su forma esté gobernada por el modo en que gira. Los científicos alcanzaron esta conclusión comparando el campo gravitatorio de Ceres con su forma. El equilibrio hidrostático de Ceres es una de las razones por la que los astrónomos lo clasificaron como planeta enano en 2006.
Los datos indican que Ceres está «diferenciado», lo que significa que tiene varias capas de composiciones diferentes a distintas profundidades, encontrándose la capa más densa en el centro. Los científicos también han averiguado, tal como esperaban, que Ceres es mucho menos denso que la Tierra, la Luna y el asteroide gigante Vesta (el objetivo anterior de Dawn) y otros cuerpos rocosos de nuestro Sistema Solar. Además, se ha sospechado durante mucho tiempo que Ceres contiene materiales de baja densidad como hielo de agua, que el estudio muestra separado del material rocoso y que asciende a la capa más externa junto con otros materiales ligeros.
Realizan la primera medida precisa de oxígeno en una galaxia lejana
4/8/2016 de UCLA / Astrophysical Journal Letters
El estudiante graduado Ryan Sanders de UCLA ha descubierto un modo para medir de forma precisa el oxígeno en galaxias lejanas como COSMOS-1908, marcada por la flecha. Crédito: Ryan Sanders y el equipo CANDELS.
Astrónomos de UCLA han realizado la primera medida precisa de la abundancia de oxígeno en una galaxia lejana. El oxígeno, el tercer elemento químico más abundante del Universo, se crea en el interior de las estrellas y es expulsado al gas interestelar cuando mueren. Cuantificar la cantidad de oxígeno es clave para comprender cual es el ciclo de la materia dentro y fuera de las galaxias.
«Es, de lejos, la galaxia más lejana en la que se ha medido la abundancia de oxígeno», afirma Alice Shapley (UCLA). «Estamos viendo esta galaxia tal como era hace 12 mil millones de años».
Conocer la abundancia de oxígeno en la galaxia llamada COSMOS-1908 es un importante paso para que los astrónomos comprendan mejor la población de galaxias lejanas y débiles observadas cuando el Universo sólo tenía unos pocos miles de millones de años , y también para estudiar la evolución de las galaxias. COSMOS-1908 contiene aproximadamente 1000 millones de estrellas. En comparación, la Vía Láctea alberga aproximadamente 100 mil millones de estrellas; algunas galaxias del Universo contienen muchas más, mientras que otras tienen muchas menos. Además, COSMOS-1908 contiene aproximadamente sólo el 20 por ciento de la abundancia de oxígeno que se observa en el Sol.
La cantidad de oxígeno de una galaxia viene determinada principalmente por tres factores: cuánto oxígeno procede de grandes estrellas que acaban sus vidas violentamente en explosiones de supernova – un fenómeno ubicuo en el Universo temprano, cuando el ritmo de nacimientos estelares era mucho más alto que el ritmo en el Universo de hoy en día; cuánto de ese oxígeno resulta expulsado de la galaxia por los llamados «supervientos», que lanzan oxígeno y otros gases interestelares fuera de las galaxias a cientos de miles de kilómetros por hora; y cuánto gas sin procesar entra en la galaxia desde el medio intergaláctico, que contiene poco oxígeno.
«Si podemos medir la cantidad de oxígeno que hay en una galaxia, ello nos proporcionará datos sobre todos estos procesos», comenta Shapley, que junto con Ryan Sander (UCLA), está interesada en conocer cómo las galaxias se forman y evolucionan, por qué tienen estructuras diferentes y cómo intercambian material con el medio intergaláctico que las rodea.
NASA publica un juego por el cuarto aniversario del róver marciano Curiosity
5/8/2016 de NASA
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Coincidiendo con el cuarto aniversario (en años terrestres) del aterrizaje de Curiosity en Marte, el róver trabaja tomando su decimoséptima muestra. Y mientras Curiosity explora Marte, los aficionados a los juegos pueden unirse a la diversión a través de un nuevo juego en redes sociales, Mars Rover.
En sus dispositivos móviles, los jugadores conducen un róver por el terreno marciano, retándose a sí mismos a navegar y equilibrar el róver al mismo tiempo que ganan puntos. El juego también ilustra cómo el próximo róver a Marte de NASA, en desarrollo para ser lanzado en 2020, utilizará un radar para encontrar agua subterránea. Para descargar el juego, visite http://mars.nasa.gov/gamee-rover/ .
Mientras, el róver real ha llegado a una posición que le permitirá perforar la roca llamada «Marimba», para analizar el polvo que obtenga en su laboratorio. El róver ha iniciado una ascensión que durará varios meses por una unidad geológica de lutita mientras se dirige hacia objetivos geológicos más altos y jóvenes en el Monte Sharp, incluyendo algunos tipos de rocas que aún no han sido explorados.
La misión consiste en examinar las laderas inferiores del Monte Sharp, una montaña a capas dentro del cráter Gale, para conocer más sobre cómo y cuando las condiciones ambientales de la zona evolucionaron de ser lugares de agua dulce a ser mucho más secos y menos favorables para la vida.
La lluvia de las Perseidas, en la noche del 11 al 12 de agosto
5/8/2016 de Experiencias Astronómicas
Las Perseidas reciben este nombre porque parecen proceder de un punto del cielo situado en la constelación de Perseo. Fuente: Experiencias Astronómicas /José Vicente Díaz.
La lluvia de estrellas fugaces más espectacular y más observada, son las Perseidas de agosto.
¿De dónde provienen las Perseidas? De un cometa llamado ‘109P/Swift-Tuttle‘, se trata de un enorme cometa con un núcleo de 26 Km. de diámetro que nos visita cada 133 años. Cuando la Tierra intercepta los restos que dejó este cometa en su órbita aparecen las fantásticas perseidas. Las Perseidas son activas desde mediados de julio hasta finales de agosto, pero solo los cuatro o cinco días anteriores y posteriores al 11-12 de agosto es cuando la actividad meteórica es mucho mayor.
Esta lluvia tiene una Tasa Horaria Zenital (número de meteoros por hora en la hora del máximo) de 100-150 meteoros por hora. Si las condiciones no son ideales (nubosidad, contaminación lumínica o baja altura del radiante al comienzo de la noche) veremos menos meteoros. La presencia de bólidos es importante, no solo en las noches del máximo, sino también al comienzo y final del periodo actividad de la lluvia. En 2016 la fecha del máximo se ha calculado para el 12 de agosto entre las 08:00 y 22:00 TU, de modo que la mejor noche de observación es entre la noche del 11/12, aunque también habrá alta actividad la noche 12/13. Tendremos Luna en cuarto creciente con lo que podremos observar sin su presencia a partir de la 1 a 2 de la madrugada para las fechas del máximo.
¿Otra Tierra? Astrónomos de Kepler identifican los candidatos más probables
5/8/2016 de San Francisco State University / The Astrophysical Journal
Kepler-186f, visto aquí en una ilustración de artista, es uno de los más de 200 exoplanetas que los investigadores afirman que se hallan en la zona habitable de sus estrellas y podría albergar vida, en principio. Crédito: Danielle Futselaar.
Un equipo internacional de investigadores ha señalado cuáles de los más de 4000 planetas descubiertos por la misión Kepler de NASA es más probable que sea similar a nuestro hogar rocoso. La investigación destaca 216 planetas de Kepler, situados dentro de la «zona habitable», el área alrededor de una estrella en la que la superficie de un planeta podría mantener agua líquida. De estos seleccionan una lista de los 20 mejores candidatos a ser planetas rocosos habitables como la Tierra.
«Este es el catálogo completo de todo los descubrimientos de Kepler que están en la zona habitable de sus estrellas», afirma Stephen Kane (SFSU). «Esto significa que podemos centrarnos en los planetas de esta investigación para realizar estudios de seguimiento para conocer más sobre ellos, incluyendo si son realmente habitables».
El trabajo también confirma que la distribución de planetas de Kepler dentro de la zona habitable es la misma que la distribución fuera de ella, una prueba adicional de que el Universo rebosa de planetas y lunas donde la vida podría existir.
Las fronteras de la zona habitable son críticas. Si un planeta se encuentra demasiado cerca de su estrella, experimentará un efecto invernadero desbocado, como Venus. Pero si está demasiado lejos, el agua que pueda existir se congelará, tal como se observa en Marte. Kane y sus colaboradores dividieron los planetas según se encontrasen en una interpretación conservadora o más optimista de la zona de habitabilidad. Después los volvieron a clasificar según su tamaño: los planetas pequeños rocosos frente a los grandes gigantes de gas. Los 20 planetas seleccionados en la categoría más restrictiva (superficie rocosa y zona habitable conservadora) son los que con mayor probabilidad se parecen a la Tierra.
«GPS en el espacio»: el viaje interplanetario autónomo, más cerca de hacerse realidad
5/8/2016 de NPL / Experimental Astronomy
Ilustración de artista de un púlsar, una estrella de neutrones en rotación rápida. Se trata del núcleo colapsado superdenso de una estrella masiva que ha expulsado sus capas exteriores en una explosión de supernova. Emite haces estrechos de energía mientras gira. Crédito: Victor Habbick, Visions/Science Photo Library.
El Laboratorio Físico Nacional (NPL) y la Universidad de Leicester han desarrollado un método preciso de navegación para naves espaciales, que está basado en el cálculo autónomo de la posición de la nave en el espacio en la dirección a un púlsar en particular, utilizando un pequeño telescopio de rayos X a bordo de la nave, con una precisión de hasta 2 km.
El método emplea los rayos X emitidos por los púlsares, que pueden también ser utilizados para calcular la posición de una nave en el espacio en 3D con una precisión de 30 km a la distancia de Neptuno. Los púlsares son estrellas muertas que emiten radiación en forma de rayos X y otras ondas electromagnéticas. Para un tipo concreto de púlsar, llamado «de milisegundos», los pulsos de radiación se producen con la regularidad y precisión de un reloj atómico y podrían ser utilizados como un GPS en el espacio.
Los investigadores crearon simulaciones utilizando datos como las posiciones de los púlsares y la distancia de la nave al Sol para probar el concepto de triangulación usando púlsares con la tecnología que existe actualmente, un telescopio de rayos X diseñado y desarrollado por la Universidad de Leicester, y el análisis de posición, velocidad y tiempo realizado por el NPL. Esto generó una lista de púlsares útiles y medidas de la precisión con la que un pequeño telescopio puede fijarse a estos púlsares y calcular una localización. Aunque la mayoría de los telescopios de rayos X son grandes y permitirían mejor precisión, los investigadores han empleado una tecnología que pueda ser suficientemente pequeña y ligera para ser desarrollada en el futuro como parte de un subsistema de una nave espacial.
El equipo de científicos pudo así determinar que a una distancia de 30 unidades astronómicas (la distancia aproximada de Neptuno a la Tierra) se podía calcular la posición con una precisión de 2 km o 5 km en dirección a un púlsar particular, llamado PSR B1937+21, fijándose al púlsar durante diez horas o una hora, respectivamente. Si la fijación se realiza con tres púlsares, entonces se puede calcular una posición en 3D con una precisión de 30 km.