Un telescopio de ESO detecta galaxias atrapadas en la red de un agujero negro supermasivo
1/10/2020 de ESO / Astronomy & Astrophysics Letters
Con la ayuda del Very Large Telescope (VLT) de ESO, un equipo de astrónomos ha descubierto seis galaxias alrededor de un agujero negro supermasivo en una época en la que el universo tenía menos de mil millones de años. Es la primera vez que se detecta este tipo de agrupación tan apiñada en un momento tan cercano al Big Bang. El hallazgo nos ayuda a entender mejor cómo se formaron y crecieron de una forma tan rápida los agujeros negros supermasivos (uno de los cuales existe en el centro de nuestra Vía Láctea) hasta alcanzar sus inmensos tamaños actuales. Esto apoya la teoría de que los agujeros negros pueden crecer rápidamente dentro de grandes estructuras similares a una red que contengan grandes cantidades gas para alimentarlos.
«Esta investigación fue impulsada, principalmente, por el deseo de entender uno de los objetos astronómicos más desafiantes: los agujeros negros supermasivos en el universo primitivo. Son sistemas extremos y, hasta la fecha, no habíamos logrado una forma convincente de explicar su existencia”, afirma Marco Mignoli, astrónomo del Instituto Nacional de Astrofísica (INAF) en Bolonia (Italia) y autor principal de la nueva investigación publicada hoy en Astronomy & Astrophysics Letters.
Las nuevas observaciones, realizadas con el VLT de ESO, revelaron la presencia de varias galaxias alrededor de un agujero negro supermasivo, todas dentro de una «tela de araña» cósmica de gas que se extiende a más de 300 veces el tamaño de la Vía Láctea. “Los filamentos de esta red cósmica son como los hilos de una tela de araña”, explica Mignoli. “Las galaxias permanecen y crecen donde los filamentos se cruzan, y las corrientes de gas, disponibles para alimentar tanto a las galaxias como al agujero negro supermasivo central, pueden fluir a lo largo de los filamentos”.
La luz de esta gran estructura similar a una red, con su agujero negro de mil millones de masas solares, ha viajado hasta nosotros desde una época en la que el universo tenía sólo 900 millones de años. “Nuestro trabajo ha colocado una pieza importante en el rompecabezas, en gran parte incompleto, de la formación y el rápido crecimiento tras el Big Bang de objetos tan extremos, aunque relativamente abundantes», afirma el coautor Roberto Gilli, también astrónomo del INAF de Bolonia, refiriéndose a los agujeros negros supermasivos.
Para Colin Norman, de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (EE.UU.) y también coautor del estudio, “Nuestro hallazgo apoya la idea de que los agujeros negros más distantes y masivos se forman y crecen dentro de enormes halos de materia oscura en estructuras a gran escala, y que la ausencia de detecciones anteriores de tales estructuras probablemente se debió a limitaciones observacionales”.
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