Etiquetado: planetas gigantes gaseosos
Su análisis detallado demuestra que la atmósfera del planeta gaseoso contiene dióxido de carbono, tal como se esperaba, pero no agua, sorprendentemente, ya que se trata de una molécula que se pensaba que sería dominante y fácil de detectar para SPIRou.
Bajo condiciones de temperatura y presión próximas a las necesarias para transformar el hidrógeno en un fluido metálico, la mezcla de hidrógeno y helio que domina el planeta se hace inestable y ambos se separan.
Los océanos de los planetas ricos en agua puede que no tengan las mimas propiedades químicas que el océano de la Tierra y las presiones altas harían que esos océanos fueran ricos en magnesio, ya que éste resulta ser mucho más soluble en el agua a altas presiones.
Un equipo de astrónomos ha descubierto que la masa del núcleo del exoplaneta WASP-107b es muy inferior a lo que se había considerado posible hasta ahora para el caso de un planeta gigante de gas. Es mucho menor de lo que se considera necesario para acumular la inmensa envoltura de gas que rodea a los planetas gigantes como Júpiter y Saturno.
Los puntos calientes puede que no sean «desiertos» aislados sino ventanas a una vasta región de la atmósfera de Júpiter que podría ser más caliente y seca que otras áreas.
Las corrientes eléctricas, producidas por interacciones entre vientos solares y partículas cargadas procedentes de las lunas de Saturno, provocan las auroras y calientan la alta atmósfera.
Juno ha confirmado resultados anteriores de la sonda Galileo acerca de que el contenido en agua de la atmósfera sigue aumentando a medida que se desciende a distancias mayores, indicando que la atmósfera no está bien mezclada a esas profundidades, contrariamente a lo esperado.
Existe una población de planetas parecidos a Júpiter en órbita alrededor de estrellas cercanas similares al Sol esperando ser descubiertos por misiones futuras.
Los planetas masivos se forman por la lenta acumulación de material que rodea a una estrella joven, mientras que las enanas marrones se forman por un colapso gravitatorio rápido.
Datos de la misión TESS de NASA han permitido la identificación del primer planeta para el cual pueden medirse las oscilaciones de su estrella anfitriona.