Los marcadores de vida en los exoplanetas más cercanos podrían estar escondidos en una trampa ecuatorial
30/11/2017 de Royal Astronomical Society / Monthly Notices of the Royal Astronomical Society
Simulaciones nuevas muestran que la búsqueda de vida en otros planetas podría ser más difícil de lo que se ha asumido hasta ahora. El estudio indica que patrones de flujos de aire inusuales podrían esconder componentes atmosféricos a las observaciones con telescopios, lo que tendría consecuencias directas sobre la formulación de una estrategia óptima para la búsqueda de vida (productora de oxígeno) como bacterias o plantas en exoplanetas.
Las esperanzas actuales de detectar vida en planetas fuera de nuestro Sistema Solar se apoyan en el examen de la atmósfera del planeta y en identificar los componentes químicos que podrían ser producidos por seres vivos. El ozono (una variedad del oxígeno) es una de esas moléculas y se la considera como uno de los posibles marcadores que nos permitirían detectar vida en otro planeta lejano.
Pero ahora investigadores dirigidos por Ludmila Carone (Instituto Max Planck de Astronomía) han descubierto que estos marcadores podrían estar mejor escondidos de lo que se pensaba. Carone y su equipo estudiaron algunos de los exoplanetas más cercanos que tienen la posibilidad de ser como la Tierra: Proxima b, que se halla en órbita alrededor de la estrella más cercana a nuestro Sol, Proxima Centauri, y el más prometedor de la familia de planetas de TRAPPIST-1, TRAPPIST-1d.
Se trata de planetas que completan su órbita alrededor de la estrella en 25 días o menos y que como efecto secundario tienen un hemisferio dirigido permanentemente hacia la estrella y el otro siempre mirando en dirección contraria. Al crear modelos del flujo de aire en las atmósferas de esos planetas, Carone y sus colaboradores descubrieron que esta división inusual entre el día y la noche puede tener un efecto marcado en la distribución del ozono en la atmósfera: al menos en el caso de estos planetas, el flujo de aire principal podría ir desde los polos hacia el ecuador, atrapando de manera sistemática el ozono en la región ecuatorial.
«La ausencia de trazas de ozono en las observaciones futuras no tiene que ser necesariamente por la no presencia de oxígeno. Podría encontrarse en lugares diferentes a los sitios en que lo encontramos en la Tierra, o podría estar muy bien escondido», comenta Carone.