Una misión de NASA revela el origen de la «quemadura solar» de la Luna
12/3/2019 de NASA
Cada objeto, planeta o persona que viaje por el espacio tiene que vérselas con la radiación dañina del Sol y la Luna tiene las cicatrices que lo demuestran.
Una investigación realizada con datos de la misión ARTEMIS de NASA indica el modo en el que el viento solar y los campos magnéticos de la corteza de la Luna trabajan juntos para dar a la Luna un patrón característico de espirales claras y oscuras.
El Sol emite un flujo continuo de partículas y radiación llamado viento solar. El viento solar empapa los planetas, lunas y otros cuerpos del Sistema Solar, rellenando una burbuja de espacio (llamada la heliosfera) que se extiende más allá de la órbita de Plutón.
En la Luna, las rocas magnetizadas de la superficie crean pequeñas zonas localizadas de campo magnético, con tamaños que van desde cientos de metros hasta cientos de kilómetros, que desvían las partículas del viento solar actuando como una «crema de protección solar» magnética.
Aunque no son suficientemente robustas como para proteger a los humanos del duro ambiente de la radiación solar, el estudio de su estructura podría ayudar a desarrollar técnicas que protejan a nuestros exploradores del futuro. En cambio, sí tienen un efecto fundamental sobre el aspecto de la Luna. Bajo estas sombrillas magnéticas en miniatura, el regolito de la superficie de la Luna queda protegido frente a las partículas del Sol. Cuando esas partículas viajan hacia la Luna, son desviadas hacia las zonas que rodean a las burbujas magnéticas, donde las reacciones químicas con el regolito oscurecen la superficie. Esto crea las espirales de material oscuro y claro que se observan ostensiblemente desde la Tierra.
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