Un cerebro artificial ayuda a Gaia a pillar estrellas veloces
27/6/2017 de ESA / Monthly Notices of the Royal Astronomical Society
Con la ayuda de un software que imita el cerebro humano, el satélite Gaia de ESA ha descubierto seis estrellas viajando a gran velocidad desde el centro de nuestra Galaxia hacia sus afueras. Esto podría proporcionar información clave sobre algunas de las regiones más oscuras de la Vía Láctea.
Nuestro hogar galáctico, la Vía láctea, alberga más de 100 mil millones de estrellas, todas ellas unidas entre sí por la gravedad. Las estrellas no están quietas en la Galaxia sino que se desplazan alrededor del centro con todo un rango de velocidades, dependiendo de su posición. Por ejemplo, el Sol está en órbita alrededor del centro galáctico a 220 km/s, mientras que la velocidad promedio de las estrellas del halo (más alejadas del centro) es de 150 km/s. Ocasionalmente, algunas estrellas superan estas velocidades que son de por sí ya impresionantes.
Hace poco más de una década se descubrió una nueva clase de estrellas de alta velocidad. Corriendo a través de la galaxia a varios cientos de kilómetros por segundo, son resultado de interacciones en el pasado con el agujero negro supermasivo que se encuentra en el centro de la Vía Láctea, que con una masa de 4 millones de veces la del Sol, gobierna las órbitas de las estrellas que se encuentran cerca. «Estas estrellas hiperveloces son extremadamente importantes para el estudio de la estructura global de nuestra Vía Láctea», explica Elena Maria Rossi (Universidad de Leiden, Países Bajos).
Rossi y sus colaboradores decidieron buscar estas estrellas en el censo de mil millones de estrellas de Gaia, utilizando para ello una red neuronal artificial, es decir, un programa de ordenador diseñado para imitar el modo en que funciona nuestro cerebro y que puede ser ‘entrenado’ para optimizar su funcionamiento. Así, los astrónomos consiguieron confirmar 6 estrellas en el catálogo de Gaia con velocidades superiores a 360 km/s procedentes del Centro Galáctico. Además pertenecen a una población diferente a las que ya se conocían: las estrellas recién descubiertas tienen masas bajas, parecidas a la de nuestro Sol.