Los escudos planetarios cederán bajo los vientos estelares de sus estrellas agonizantes
22/7/2021 de Royal Astronomical Society National Astronomy Meeting 2021 / Monthly Notices of the Royal Astronomical Society
Cualquier tipo de vida que sea identificada en planetas en órbita alrededor de estrellas enanas blancas, casi con toda seguridad habrá evolucionado después de la muerte de la estrella, según un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Warwick que revela las consecuencias de los violentos e intensos vientos estelares que azotan un planeta mientras su estrella está muriendo.
La investigación aporta nuevas pistas para los astrónomos que buscan signos de vida alrededor de estas estrellas muertas examinando el impacto que sus vientos habrán tenido sobre los planetas en órbita durante la transición de la estrella a la fase de enana blanca después de haberse convertido en una gigante roja. El estudio concluye que es casi imposible que la vida sobreviva a la cataclísmica evolución de la estrella, a menos que el planeta posea un campo magnético intensamente potente (o magnetosfera) que pueda protegerlo de los peores efectos.
Durante la fase de estrella gigante roja de nuestro Sol, el viento solar será mucho más intenso que en la actualidad y fluctuará dramáticamente. Dimitri Veras (University of Warwick) y Aline Vidotto (Trinity College Dublin) crearon modelos de los vientos producidos por 11 tipos diferentes de estrellas, con masas entre una y siete veces la masa de nuestro Sol. Sus resultados demuestran cómo la densidad y velocidad del viento solar, combinadas con la órbita en expansión del planeta, conspiran para reducir y alargar alternativamente la magnetosfera con el paso del tiempo. Para que un planeta logre conservar su magnetosfera durante todas las fases de la evolución de su estrella, su campo magnético necesita ser, por lo menos, cien veces más potente que el campo magnético actual de Júpiter.
«La vida en un planeta situado en la zona habitable alrededor de una estrella enana blanca se desarrollaría casi con total certeza durante la fase de enana blanca, a menos que esa vida fuera capaz de soportar cambios extremos y múltiples en su ambiente», concluye Veras.
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