El corazón de un agujero negro que todavía late
Las observaciones con satélites de rayos X registraron el latido después de que su señal hubiese quedado bloqueada por el Sol durante varios años.
Las observaciones con satélites de rayos X registraron el latido después de que su señal hubiese quedado bloqueada por el Sol durante varios años.
Los precursores de los agujeros negros supermasivos crecen al engullir, no solo gas interestelar, sino también estrellas más pequeñas.
El estudio sugiere que el canal principal de crecimiento depende de la masa del agujero negro y de su distancia
Un nuevo estudio demuestra que algunos agujeros negros supermasivos crecen bajo presión.
Un equipo de astrónomos ha descubierto, con el radiotelescopio ALMA, parpadeos casi periódicos en ondas milimétricas en el centro de la Vía Láctea, Sagitario A*.
Dentro de las galaxias con agujeros negros activos el medio interestelar es más caliente, las proporciones entre gas molecular caliente y otras sustancias refrigerantes es mayor, y algunas características de las partículas de polvo abarcan un rango de valores más amplio que en las galaxias donde los agujeros negros están inactivos.
Un equipo de científicos ha conseguido deducir, finalmente, la cadencia de un complicado baile entre dos enormes agujeros negros, revelando detalles escondidos acerca de las características físicas de estos misteriosos objetos cósmicos.
No toda la luz que es emitida desde el disco que rodea a un agujero negro escapa fácilmente.
Vijay Varma y sus colaboradores han desarrollado un nuevo método que utiliza las medidas de las ondas gravitacionales para predecir cuándo un agujero negro permanecerá en su galaxia anfitriona y cuándo será expulsado.
Demostrando matemáticamente que su existencia fue posible en el Universo joven, los resultados de esta investigación reconcilian el tiempo necesario para el crecimiento de los agujeros negros supermasivos con los límites impuestos por la edad del Cosmos.
La región alrededor del agujero negro emite tanta radiación que empuja material hacia afuera. Estos vientos torrenciales están expulsando el equivalente a cientos de masas solares de material al año.
Los astrónomos piensan que el origen de la explosión reside en el agujero negro supermasivo del centro del cúmulo de galaxias de Ofiuco, situado a 390 millones de años-luz de la Tierra.