Observan la posible inversión magnética en el entorno de un agujero negro supermasivo
6/5/2022 de Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) / The Astrophysical Journal
A principios de marzo de 2018, el All-Sky Automated Survey for Supernovae (ASAS-SN), un programa automatizado para buscar nuevas supernovas y otros fenómenos astronómicos transitorios, alertó a los científicos de que una galaxia llamada 1ES 1927+654 aumentó su brillo casi 100 veces en luz visible. Una búsqueda de detecciones anteriores por parte del sistema robótico de sondeo astronómico y alerta temprana Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System (ATLAS), financiado por la NASA, mostró que la erupción había comenzado meses antes, cerca de finales de 2017. Tres meses después del descubrimiento la emisión de rayos X de la galaxia desapareció.
«Se han visto cambios rápidos en luz visible y ultravioleta en unas pocas docenas de galaxias similares a esta –explica Sibasish Laha, investigador postdoctoral de la Universidad de Maryland y del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Estados Unidos–, pero este evento marca la primera vez que hemos visto que los rayos X se apagan por completo mientras se ilumina en otras longitudes de onda».
La mayoría de las grandes galaxias, incluida nuestra propia Vía Láctea, albergan un agujero negro supermasivo cuya masa varía entre millones y miles de millones de veces la masa del Sol. Cuando la materia cae hacia uno de ellos, primero se acumula en una vasta estructura aplanada llamada disco de acreción. A medida que el material se arremolina lentamente hacia el interior, se calienta y emite luz visible, ultravioleta y de rayos X de baja energía. Cerca del agujero negro, una nube de partículas extremadamente calientes -llamada corona- produce rayos X de mayor energía. El brillo de estas emisiones depende de la cantidad de material que fluye hacia el agujero negro.
La singular desaparición de la emisión de rayos X proporciona a los astrónomos la sospecha de que la corona, responsable de esa emisión ha desaparecido, lo cual apunta a un cambio radical del campo magnético. «Una inversión magnética, en la que el polo norte se convierte en sur y viceversa, parece ajustarse mejor a las observaciones», comenta Mitchell Begelman, profesor del departamento de ciencias astrofísicas y planetarias de la Universidad de Colorado Boulder que desarrolló el modelo. «El campo se debilita inicialmente en la periferia del disco de acreción, lo que provoca un mayor calentamiento y brillo en la luz visible y ultravioleta», aclara.
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