Un planeta recién encontrado podría tener un sistema de anillos mucho mayor que el de Saturno
29/5/2017 de Scientific American / Monthly Notices of the Royal Astronomical Society
Aunque los anillos planetarios son extremadamente comunes en nuestro Sistema Solar (cada gigante de gas que rodea a nuestro Sol posee uno) han resultado ser difíciles de observar alrededor de mundos orbitando otras estrellas. Más de dos décadas de caza de planetas han revelado sólo un planeta con anillos, una versión en grande de Saturno que los investigadores apenas han empezado les tediar con telescopios muy grandes. Pero ahora pueden haber hallado un segundo supersaturno, medio escondido en un disco de gas y de polvo que rodea a una joven estrella, un mundo que puede observarse con telescopios de aficionado.
Hace unos años, un equipo de astrónomos del proyecto WASP observó una característica inusual alrededor de la estrella llamada PDS 110. Casi dos años más tarde, otro astrónomo observó la misma característica en datos del disco de PDS 110 en un proyecto y con un instrumento distintos, completamente independientes de la primera detección. Separadas por más de 800 días, las observaciones eran casi idénticas. Ambas revelaban una extraña caída en el brillo de la estrella de 25 días, algo demasiado largo para ser explicado como la sombra de un planeta pasando por delante de la cara de la estrella vista desde la Tierra.
Hugh Osborn (Universidad de Warwick) y sus colaboradores propusieron que la señal inusual podría ser un sistema de anillo alrededor de un compañero no observado con anterioridad, que se mueve a través del disco de gas y polvo sobrante de la formación de la estrella. Esos anillos se extenderían a lo largo de 50 millones de kilómetros (casi 200 veces más anchos que los anillos de Saturno). Un sistema de anillos tan enorme sólo podría se mantenido por un objeto central masivo, potencialmente un planeta gigante de gas aún mayor que Júpiter. Alternativamente, el compañero no observado podría ser una enana marrón, un objeto a mitad de camino en masa entre un planeta y una estrella.
La órbita de este mundo con anillos debería de volver a hacerlo observable en septiembre de 2017. Incluso un telescopio de aficionado debería de ser capaz de detectar la profunda sombra de los anillos iluminados desde detrás por la estrella. Este tercer conjunto de observaciones debería de proporcionar a los astrónomos los datos que necesitan para confirmar que se trata, efectivamente, de la sombra de algo que se encuentra dentro del disco que bloquea periódicamente a luz de a estrella. «No podemos afirmar estrictamente que se trata de un fenómeno periódico hasta que no veamos otro eclipse», afirma Osborn.
A diferencia de los anillos de Saturno, que se encuentra casi en el mismo plano que la órbita del planeta, los hipotéticos anillos alrededor de PDS 110 se¡estarían inclinados más perpendicularmente, como los de Urano, sobresaliendo por encima del disco circunestelar. Osborn afirma que esta distorsión podría ser resultado de interacciones con otro planeta no detectado.