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Datos recogidos por la misión de astrometría espacial Gaia de la ESA han revelado por primera vez cómo las enanas blancas, restos muertos de estrellas como nuestro Sol, se convierten en esferas sólidas cuando se enfría el gas caliente de su interior.
Un equipo internacional de astrónomos ha descubierto una magnetosfera extremadamente caliente alrededor de una enana blanca, el resto de una estrella similar a nuestro Sol.
El estudio, liderado por la estudiante de doctorado del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y la Universidad de La Laguna (ULL) Paula Izquierdo, profundiza en el análisis de esta singular enana blanca, que presenta tránsitos periódicos producidos por restos de origen planetario. Se ha realizado a partir de datos obtenidos con el Gran Telescopio Canarias y con el Telescopio Liverpool.
Nuevas medidas refinadas de los parámetros de la estrella TRAPPIST-1 permitirán que las observaciones futuras de los planetas de su sistema serán interpretadas correctamente.
Una placa fotográfica de principios del s. XX conserva el espectro de una enana blanca contaminada con elementos pesados, indicio de la presencia de escombros rocosos y, posiblemente, de al menos un planeta.
Las estrellas que pesan menos de 8 veces lo que el Sol generalmente acaban sus vidas como enanas blancas enfriándose lentamente.
Los astrónomos han descubierto estrellas enanas blancas en el disco de la galaxia de la Vía Láctea y han medido sus propiedades para obtener una estimación de la edad del disco, encontrando que tiene como mínimo 11 mil millones de años de edad.