X-MM Newton detecta las primeras fulguraciones de rayos X de un faro estelar masivo
28/2/2018 de ESA / Astronomy & Astrophysics
En 2014, el observatorio espacial XMM-Newton de la ESA descubrió rayos X procedentes de la estrella masiva Rho Ophiuchi A y, el año pasado, vio cómo fluctuaban periódicamente en forma de intensas fulguraciones. En ambos casos se trataba de hallazgos sorprendentes. Ahora, gracias al Very Large Telescope (VLT) de ESO, los científicos han visto que la estrella cuenta con un potente campo magnético, lo que la confirma como un faro cósmico.
Se sabe que las estrellas como el Sol producen potentes fulguraciones de rayos X, pero las estrellas masivas parecen ser muy diferentes. En estrellas a partir de ocho masas solares, la emisión de rayos X es continua y no había llegado a observarse ninguna estrella de este tipo que emitiera fulguraciones repetidamente en esa parte del espectro… Hasta hace muy poco.
En 2014, un equipo de científicos comenzó a observar con XMM-Newton una estrella masiva conocida como Rho Ophiuchi A. La estrella se encuentra en el corazón de la nube oscura de Rho Ophiuchi, una región cercana de formación activa de nuevas estrellas. Sorprendentemente, los datos mostraron una gran cantidad de rayos X procedentes de la estrella, lo que despertó su curiosidad.
Rho Ophiuchi A es mucho más caliente y masiva que nuestra estrella progenitora. Aún no se sabe cómo se generan los rayos X en este tipo de estrellas; una posibilidad es un fuerte magnetismo intrínseco, que sería observable mediante signos de magnetismo superficial. No obstante, sigue sin estar claro cómo se originaría dicho campo magnético y cómo se asociaría con las emisiones de rayos X. Por otro lado, el ‘efecto de faro’ pulsante también podría deberse a una compañera orbital de baja masa, que sumaría sus propios y abundantes rayos X a la luz atribuida a Rho Ophiuchi A.
“Para confirmar cuál era el caso, nos apresuramos a obtener medidas de Rho Ophiuchi A utilizando uno de los mayores observatorios terrestres: el VLT de ESO —señala Lida Oskinova, de la Universidad de Potsdam (Alemania) y miembro del equipo internacional que llevó a cabo el estudio—. Por suerte, las medidas confirmaron una de nuestras predicciones, al mostrar que los rayos X probablemente se debían a estructuras magnéticas en la superficie de la estrella”.