Vientos de rubíes y zafiros azotan el cielo de un planeta gigante
13/12/2016 de University of Warwick / Nature Astronomy
Ilustración de artista del aspecto que podría tener el planeta gigante gaseoso HAT-P-7b, en el que los investigadores han conseguido estudiar fenómenos meteorológicos en su atmósfera, siendo esta la primera vez que se logra en un planeta fuera de nuestro sistema solar. Crédito: University of Warwick / Mark Garlick.
En un planeta 16 veces mayor que la Tierra, a más de 1000 años-luz de distancia, se han detectado señales de potentes vientos cambiantes, siendo ésta la primera vez que se descubren sistemas meteorológicos en un gigante de gas fuera de nuestro sistema solar.
El Dr. David Armstrong (Universidad de Warwick) ha encontrado que el gigante de gas HAT-P-7b está afectado por cambios a gran escala en los fuertes vientos que soplan por todo el planeta, lo que probablemente produzca tormentas catastróficas.
Este hallazgo fue realizado monitorizando la luz que se refleja en la atmósfera de HAT-P-7b e identificando cambios en esta luz, demostrando que el punto más brillante del planeta cambia de posición. Este cambio es producido por una corriente ecuatorial con velocidades de los vientos que cambian dramáticamente y desplazan grandes cantidades de nubes por el planeta. Las propias nubes serán visualmente asombrosas, ya que probablemente estén compuestas de corindón, el mineral que forma los rubíes y zafiros.
El planeta podría no ser nunca habitable debido a sus sistemas meteorológicos probablemente violentos y temperaturas poco adecuadas. Una cara del planeta está siempre dirigida hacia la estrella, porque se encuentra en acoplamiento síncrono con su estrella, y esa cara permanece mucho más caliente que la otra, siendo la temperatura promedio de la cara diurna en HAT-P-7 de 2860K (2587 ºC).
«Estos resultados muestran que hay vientos fuertes que giran rodeando al planeta, transportando nubes de la cara nocturna a la diurna. Los vientos cambian dramáticamente de velocidad, provocando la formación de enormes estructuras nubosas que luego se disipan. Es la primera detección de tipo meteorológico en un planeta gigante gaseoso fuera de nuestro sistema solar», explica el Dr. Armstrong.