Misión Sunrise II: una segunda mirada al Sol
27/3/2017 de Max Planck Institute for Solar Research / Astrophysical Journal Supplement
Muchos de los secretos del Sol sólo se revelan en la luz ultravioleta que nuestra estrella emite al espacio. Sin embargo, dado que la atmósfera de la Tierra filtra la mayor parte de esta radiación, una posición de observación por encima de esta capa de aire es ideal para los investigadores solares. El observatorio solar Sunrise, montado en un globo, permite el acceso a esta posición sin los costes inmensos de una misión espacial. Transportado por un enorme globo de helio, Sunrise alcanza una altura de más de 35 kilómetros, dejando debajo la mayor parte de la atmósfera de la Tierra.
Durante el segundo vuelo de la misión, en 2013, nuestra estrella mostró su cara más vigorosa: durante casi 6 días, Sunrise tuvo una excelente visión de manchas solares y regiones activas. Con mayor claridad que nunca, los datos en ultravioleta revelaron, en la baja atmósfera del Sol, diversas estructuras finas de unos pocos kilómetros de tamaño, como puntos brillantes y filamentos cerca de las manchas solares.
Entre los resultados obtenidos, los investigadores han descubierto que la intensidad y anchura de estas estructuras fibrilosas puede fluctuar en escalas de tiempo de pocos segundos. «Con una resolución espacial de 50 a 100 kilómetros, Sunrise proporciona más datos observacionales precisos en luz ultravioleta que cualquier otra telescopio solar montado en un globo», afirma el profesor Sami K. Solanki (MPS).
El observatorio ha observado también una bomba de Ellermann, un aumento explosivo pero localizado de intensidad de la radiación y de temperatura. Este fenómeno se produce generalmente en regiones activas en desarrollo y es considerado una señal de que se ha producido una importante reconstrucción en el campo magnético del Sol. La energía magnética es convertida en calor, entre otras cosas. Las simulaciones que complementan los datos observacionales sugieren que estos cambios en la arquitectura del campo magnético se originan en las fotosfera, a unos 200 km por encima de la superficie visible del Sol.