El estudio de un microcuásar de nuestra galaxia permite explicar la estructura de radiogalaxias lejanas
29/11/2017 de Universidad de Barcelona / Nature Communications
Investigadores del Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona (ICCUB) y de la Universidad de Jaén han descrito por primera vez la estructura de un microcuásar galáctico en forma de Z. Este objeto astronómico se considera una versión a escala reducida de una radiogalaxia alada (winged radio galaxy), una de las fuentes lejanas potencialmente emisoras de ondas gravitacionales. En este sentido, la principal conclusión del trabajo, publicado en Nature Communications, es que no todas las radiogalaxias aladas serían fuente de ondas gravitacionales, al contrario de lo que se pensaba hasta ahora.
El microcuásar es un objeto astronómico alimentado por un agujero negro de masa estelar, mucho menor que los que forman las radiogalaxias, y que emite un chorro de radiación en direcciones opuestas. En esta investigación «se ha podido determinar que la morfología en forma de Z del microcuásar estudiado, el GRS 1758-258, puede explicarse simplemente mediante interacciones hidrodinámicas con el medio circundante», apunta Josep M.ª Paredes, del ICCUB.
Este resultado también se puede extrapolar a las radiogalaxias aladas, dado que estos objetos siguen las mismas leyes físicas. Hasta ahora se pensaba que dichas radiogalaxias debían su forma de X o Z exclusivamente a la fusión de dos agujeros negros, proceso por el cual se producirían ondas gravitacionales. Cuando estas ondas se generan a tanta distancia, no es posible distinguirlas individualmente y se forma un ruido de fondo de ondas gravitacionales.
«Nuestros resultados nos permiten llegar a la conclusión de que no todas las radiogalaxias aladas serían origen de ondas gravitacionales, como hasta ahora se había supuesto —explica Valentí Bosch Ramon, investigador del ICCUB—, dado que algunas de ellas deben su estructura a interacciones hidrodinámicas que no generarían este tipo de ondas. Teniendo en cuenta estos resultados, el fondo de ondas gravitacionales sería más débil de lo que ahora se pensaba», concluye el investigador.