Observatorios de NASA dan una mirada sin precedentes de la superestrella Eta Carinae
13/1/2015 de NASA
La gran erupción de Eta Carinae en la década de 1840 creó la nebulosa del Homúnculo, mostrada aquí en una imagen tomada por el Hubble. Con una longitud ahora de un año-luz, la nube en expansión contiene suficiente material para hacer por lo menos 10 copias de nuestro Sol. Los astrónomos aún no pueden explicar qué causó esta explosión. Crédito: NASA, ESA, y el Hubble SM4 ERO Team.
Eta Carinae, el sistema estelar más luminoso y masivo en 10000 años-luz de distancia a la Tierra es conocido por su sorprendente comportamiento, habiendo entrado en erupción dos veces en el siglo XIX por razones que los científicos aún no comprenden. Un estudio de larga duración dirigido por astrónomos del Goddard Space Flight Center de NASA ha empleado satélites de NASA, telescopios en tierra y modelos teóricos para producir la imagen más completa de Eta Carinae hasta la fecha. Los nuevos descubrimientos incluyen imágenes del telescopio espacial Hubble que muestran capas de gas ionizado con edades de varias décadas escapando de la mayor de las estrellas a un millón y medio de kilómetros por hora, y modelos 3D nuevos revelan estructuras nunca antes observadas en las interacciones entre las estrellas.
Situado a unos 7500 años-luz en dirección a la constelación austral de Carina, Eta Carinae está compuesta por dos estrellas masivas cuyas órbitas excéntricas las acercan mucho cada 5.5 años. Ambas producen potentes emisiones gaseosas llamadas vientos estelares, que envuelven las estrellas y obstaculizan los intentos por medir directamente sus propiedades. Los astrónomos han determinado que la brillante estrella primaria, más fría, posee unas 90 veces la masa del Sol y brilla 5 millones de veces más. Aunque las propiedades de la compañera más pequeña y caliente son más discutidas, Ted Gull, astrofísico de Goddard, y sus colaboradores piensan que la estrella tiene unas 30 masas solares y emite un millón de veces la luz que emite nuestro Sol.
En el momento de máximo acercamiento, o periastro, las estrellas se encuentran separadas 225 millones de kilómetros, la distancia promedio entre Marte y el Sol. Los astrónomos observan cambios dramáticos en el sistema durante los meses anteriores y posteriores al periastro. Esto incluye fulguraciones en rayos X, seguidas por un repentino declive y recuperación final de la emisión en rayos X; la desaparición y reaparición de estructuras cerca de las estrellas detectadas a longitudes de onda específicas de luz visible; e incluso un juego de luces y sombras mientras la estrella más pequeña baila alrededor de la primaria.
Según el modelo teórico desarrollado en esta investigación, la interacción entre los dos vientos estelares da cuenta de muchos de los cambios periódicos observados en el sistema. Los vientos de cada estrella tienen propiedades marcadamente diferenciadas: densos y lentos para la primaria, menos densos y rápidos para la compañera más caliente. El viento primario sopla a casi 1 millón y medio de kilómetros por hora, y es especialmente denso, transportando el equivalente en masa de nuestro Sol cada mil años. Por el contrario, el viento de la compañera transporta unas 100 veces menos material que el de la primaria, pero sale expulsado seis veces más rápido.