Las supertierras podrían ser mundos muertos
27/2/2014 de Royal Astronomical Society
En los últimos 20 años la búsqueda de planetas similares la Tierra alrededor de otras estrellas se ha acelerado, con el lanzamiento de misiones como el telescopio espacial Kepler. Usando éstos y otros observatorios en tierra, los astrónomos han encontrado numerosos mundos que a primera vista guardan similitudes con la Tierra. Algunos de ellos incluso se encuentran en la ‘zona habitable’ donde la temperatura es justo la precisa para que el agua se encuentre en forma líquida, y por ello son objetivos primarios en la búsqueda de vida en otros lugares del Universo.
Ahora un equipo de investigadores ha visto cómo se forman estos mundos, y sugieren que muchos de ellos son menos amistosos de lo que se pensaba. Encuentran que los planetas que se forman a partir de núcleos menos masivos pueden convertirse en hábitats para la vida, pero los objetos mayores acaban como minineptunos, con atmósferas gruesas y que probablemente quedan estériles.
Se piensa que los sistemas planetarios, incluido nuestro propio sistema solar, se forman a partir de hidrógeno, helio y otros elementos más pesados que están en órbita alrededor de sus estrellas progenitoras en lo que se llama un disco protoplanetario. El polvo y el material rocoso se cree que se va acumulando con el tiempo, formando eventualmente núcleos rocoso que continúan creciendo para convertirse en planetas. La gravedad de estos núcleos atrae hidrógeno del disco de los alrededores, parte del cual es eliminado por la radiación ultravioleta de la joven estrella a la que orbitan.
El Dr. Helmut Lammer y su equipo crearon un modelo del equilibro entre la captura y la eliminación de hidrógeno en núcleos planetarios de entre 0.1 y 5 veces la masa de la Tierra, situados en la zona habitable de una estrella como el Sol. En su modelo encuentran que los protoplanetas que tienen la misma densidad que la Tierra, pero menos de la mitad de su masa, no capturarán suficiente gas del disco. Los que tienen mayores núcleos, en cambio, retendrán mucho hidrógeno, acabando como minineptunos, con atmósferas mucho más gruesas que la de la Tierra.