La materia oscura no contiene ciertas partículas de tipo axión
26/4/2016 de Stockholm University / Physical Review Letters
Ilustración de cómo la galaxia transforma la luz en partículas tipo axión. Créditos: Aurore Simonnet, Sonoma State University (por la imagen de la galaxia) y NASA/NOAA/GSFC/Suomi NPP/VIIRS/Norman Kuring (por la imagen de la Tierra).
Los físicos todavía están peleando por identificar más del 80% de la materia del Universo. Una posibilidad es que esté compuesta por partículas extremadamente ligeras cuya masa sería menor que la mil millonésima parte de la masa del electrón. Estas partículas a menudo son llamadas partículas de tipo axión. Como estas partículas son difíciles de encontrar, los investigadores todavía no han sido capaces de comprobar los distintos tipo de ellas que podrían formar parte de la materia oscura.
Pero ahora or primera vez los investigadores han utilizado datos de un telescopio de rayos gamma de NASA a bordo del satélite Fermi para estudiar luz de la galaxia central del cúmulo de galaxias de Perseo buscando estas partículas de tipo axión. Los investigadores no han encontrado ni rastro de ellas y, por vez primera, las observaciones eran suficientemente sensibles para excluir ciertos tipos de partículas.
Las partículas tipo axión no pueden ser detectadas directamente pero existe una pequeña probabilidad de conseguirlo si se transforman en luz ordinaria y viceversa cuando viajan por un campo magnético. Un equipo de investigadores de la Universidad de Estocolmo empleó una fuente muy brillante de luz, la galaxia central del cúmulo de galaxias de Perseo, para buscar estas transformaciones. La luz de alta energía, conocida como radiación gamma, de esta galaxia podría transformarse en partículas tipo axión mientras se desplaza por el campo magnético que empapa el gas que hay entre las galaxias del cúmulo.
“Las partículas tipo axión que hemos podido descartar podrían explicar una cierta cantidad de materia oscura. Lo que es particularmente interesante es que con nuestro análisis estamos alcanzando una sensibilidad que pensamos que sólo podría alcanzarse con experimentos específicos en la Tierra”, comenta Manuel Meyer.