Preparándose para la próxima gran tormenta solar
23/6/2011 de Science@NASA
En septiembre de 1859, en vísperas de un ciclo solar menos activo que el promedio, el sol desató una de las tormentas solares más potentes en siglos. La llamarada responsable fue tan inusual que los investigadores aún no saben cómo clasificarla. El estallido roció la Tierra con los protones más energéticos en medio milenio, induciendo corrientes eléctricas que incendiaron las oficinas de telégrafos, y produjeron auroras sobre Cuba y Hawaii.
«Una tormenta similar podría dejarnos sin sentido», afirma Lika Guhathakurta, físico solar de NASA. «La sociedad moderna depende de sistemas de alta tecnología como redes eléctricas inteligentes, GPS y comunicaciones por satélites, todas ellas vulnerables frente a tormentas solares».
Ella y más de cien científicos están celebrando el quinto forum anual de Meteorología Espacial. Su propósito es alertar sobre la meteorología espacial y sus efectos sobre la sociedad, dirigiéndose especialmente a los políticos y servicios de emergencia.
A medida que transcurre el 2011, el sol se encuentra de nuevo en vísperas de un ciclo solar por debajo de la media, o al menos eso es lo que indican las previsiones. El «evento Carrington» de 1859 (que toma nombre del astrónomo Richard Carrington, quien fue testigo de la fulguración que lo produjo) nos recuerda que las tormentas fuertes pueden ocurrir incluso cuando el ciclo es en principio débil.
En 1859, el peor escenario fue un día o dos sin telegramas y muchos observadores sorprendidos en islas tropicales. En 2011 la situación seria mucho más seria. Una avalancha de apagones que pasaría de unos continentes a otros por las líneas eléctricas de larga distancia podría durar semanas y meses mientras los ingenieros pelearan para reparar los transformadores dañados. Los aviones y barcos no podrían usar el GPS para navegar. Las redes bancarias y financieras se apagarían, afectando al comercio en un modo único a la Era de la Información.