Once años de investigación cósmica obligan a repensar los agujeros negros
29/9/2015 de CSIRO / Science
El radiotelescopio Parkes del CSIRO ha observado con altísima precisión las señales procedentes de púlsares de milisegundo intentando detectar variaciones en su tiempo de llegada debidas al paso de ondas gravitacionales entre la Tierra y los púlsares. Crédito: CSIRO.
Las ondas gravitacionales tienen un poderoso atractivo para los científicos ya que se piensa que transportan información que nos permite observar los inicios del Universo. Aunque existen indicios circunstanciales importantes de su existencia, todavía no han sido directamente detectadas.
En un artículo publicado en la revista Science, el Dr. Ryan Shannon (CSIRO) y su equipo han intentado detectar la reverberación de fondo de las ondas procedentes de la fusión de galaxias por todo el Universo, pero no la hay. Esto ha provocado que los científicos piensen en el Universo de un modo diferente. El hecho de que las ondas gravitacionales no hayan sido detectadas contradice todos los cálculos teóricos y pone en duda nuestras hipótesis actuales sobre los agujeros negros.
Las galaxias crecen fusionándose y cada una de las grandes se supone que guarda un agujero negro supermasivo en su centro. Cuando dos galaxias se unen, los agujeros negros se acercan y forman una pareja en órbita. En este momento se espera que la teoría general de la relatividad de Einstein tome el control de la situación y cada miembro de la pareja caerá en espiral hacia el otro, emitiendo ondas gravitacionales a través del espacio-tiempo, ‘arrugas’ en el tejido del Universo.
Para buscar las ondas, el equipo del Dr. Shannon ha empleado el telescopio Parkes para monitorizar un conjunto de púlsares de milisegundo. Los científicos registraron los tiempos de llegada de las señales de cada púlsar con una precisión de diez mil millonésimas de segundo. Una onda gravitacional que pasara entre la Tierra y un púlsar de milisegundo cambiaría la distancia entre ellos en unos 10 metros, una diminuta fracción de la distancia del púlsar a la Tierra. Esto altera, muy ligeramente, el tiempo de llegada de las señales del púlsar a la Tierra.
Los científicos estudiaron sus púlsares durante 11 años, suficiente tiempo para revelar las ondas gravitacionales. Piensan que no las han encontrado porque los agujeros negros se fusionan muy rápido, pasando poco tiempo durante la caída en espiral de uno hacia el otro, que es cuando generan las ondas gravitacionales.