Los ecos de una estrella de neutrones proporcionan a los astrónomos una nueva vara de medir
24/6/2015 de University of Wisconsin-Madison / The Astrophysical Journal
Residiendo en el plano de la Vía Láctea, donde no puede ser observada por los telescopios ópticos debido a las nubes de polvo interestelar que la oscurecen, Circinus X-1 es la cáscara resplandeciente de un sistema estelar binario que explotó en un episodio de supernova hace sólo 2500 años. Está formado por una estrella de neutrones muy densa atrapada en el abrazo orbital de una estrella compañera. Fuente: University of Wisconsin-Madison.
A finales de 2013, cuando la estrella de neutrones del corazón de una de las supernovas más antiguas de nuestra Galaxia emitió una gran cantidad de rayos X, los ecos que se produjeron al rebotar los rayos X en nubes de polvo del espacio interestelar proporcionaron a los astrónomos una nueva y sorprendente vara de medir.
Circinus X-1 es un objeto raro de la Vía Láctea. Situada en el plano de la Galaxia, Circinus X-1 es la cáscara resplandeciente de un sistema binario de estrellas que explotó hace tan solo 2500 años. El sistema está formado por una nebulosa y una estrella de neutrones, que es el núcleo increíblemente colapsado de una extrella que explotó y permanece todavía en el abrazo orbital de su estrella compañera. El sistema se dice que es una binaria de rayos X porque emite rayos X al caer en espiral el material de la estrella compañera hacia la de neutrones, mucho más densa, calentándose a muy altas temperaturas y como consecuencia, emitiendo rayos X.
A finales de 2013, la estrella de neutrones entró en erupción, convirtiéndose en una de las fuentes de rayos X más brillantes del cielo. Con Chandra y XMM-Newton, Sebastian Heinz y sus colaboradores observaron cuatro anillos brillantes de rayos X, como ondas en un estanque cósmico, todas alrededor de la estrella de neutrones en el centro de Circinus X-1. Los anillos son los ecos de luz producidos por la erupción de Circinus X-1. Cada uno de los cuatro anillos, afirma Heinz, indica una densa nube de polvo entre nosotros y el resto de supernova. Cuando los rayos X encuentran granos de polvo en el espacio interestelar pueden desviarlos, y si las nubes de polvo son densas pueden dispersar una importante cantidad de los rayos X de su trayectoria original, adquiriendo una trayectoria triangular.
Este fenómeno, según notaron Heinz y sus colaboradores, permitiría a los astrónomos tener la oportunidad de emplear la geometría de los anillos y el retraso entre los rayos X desviados y los no desviados para calcular la distancia a Circinus X-1, una medida imposible de obtener anteriormente al estar la supernova escondida en el polvo que llena el plano de nuestra Galaxia. Con este nuevo método, los astrónomos han podido calcular que la distancia a Circinus X-1, uno de los objetos más extraños de la Vía Láctea, es de 30700 años-luz.