Los barrancos de Marte, esculpidos probablemente por hielo seco y no por agua líquida
22/12/2015 de CNRS / Nature Geoscience
Ejemplos de barrancos marcianos. Hasta hace poco se pensaba que habían sido esculpidos por corrientes de agua líquida pero podrían ser resultado de procesos de deshielo de hielo seco que se producen al final del invierno. Crédito: NASA/JPL/University of Arizona.
Los barrancos de Marte podrían haber sido formados por procesos en los que participaba hielo seco en lugar de flujos de agua líquida, como se pensaba. Esta es la conclusión a la que llegan dos científicos franceses en un estudio publicado en la revista Nature Geoscience. En este trabajo demuestran que a finales del invierno y durante la primavera bajo la capa estacional de hielo de CO2 calentada por el sol, flujos de gas intensos pueden desestabilizar el material del regolito e inducir fluhos de escombros lubricados por los gases que se parecerían a barrancos esculpidos por agua en la Tierra.
Desde el año 2000 las cámaras en órbita alrededor de Marte han transmitido numerosas imágenes de pequeños valles cortados en pendientes, de aspecto similar a los barrancos formados por agua que corre en la Tierra. Estos barrancos parecen tener menos de unos pocos millones de años de edad, y a veces menos de algunos años. Esto sugería que podrían todavía formarse volúmenes importantes de agua líquida en Marte hoy en día.
Este escenario ha sido cuestionado recientemente por el monitorizado frecuente de la superficie marciana con la cámara HiRISE a bordo del Mars Reconnaissance Orbiter de NASA, que ha revelado que la formación de barrancos todavía se produce hoy en día en Marte, en estaciones en las que el ambiente superficial de Marte es demasiado frío para que fluya agua líquida. Sin embargo, la actividad de formación de barrancos parece que se produce cuando el hielo de CO2 (condensado de la atmósfera durante el invierno) se descongela sobre la superficie marciana.
Los investigadores Cedric Pilorget y François Forget sugieren en su estudio que a final del invierno y durante la primavera la luz solar penetra a través de la capa traslúcida de hielo de CO2 y la calienta desde abajo. El hielo de CO2 no se funde sino que sublima (pasa directamente al estado gaseoso). Este gas se difunde por el terreno poroso que hay debajo de la superficie. Parte de él pude volver a condensar, mientras el resto se acumula. Esto puede incrementar de forma considerable la presión del subsuelo cerca de la superficie, alcanzando varias veces la presión atmosférica. La capa de hielo de CO2 acaba rompiéndose y se produce una violenta descompresión. En cuestión de segundos o minutos, varios metros cúbicos de gas fluyen por el suelo, desestabilizando los granos del terreno, formando flujos granulares. Además pueden fluidificar la avalancha, que se comportaría como un fluido viscoso.