La misión pionera LISA Pathfinder continúa
14/12/2016 de ESA
LISA Pathfinder, una misión de demostración para validar tecnologías importantes que permitirán observar ondas gravitacionales (fluctuaciones en el tejido del espacio-tiempo) desde el espacio, fue lanzada hace ahora poco más de un año, el 3 de diciembre de 2015.
Tras un viaje de seis semanas, la nave espacial alcanzó su órbita de operaciones alrededor del primer punto de Lagrange del sistema Sol-Tierra, L1, a 1.5 millones de kilómetros de la Tierra en dirección al Sol, a finales de enero. Allí empezó su misión científica el 1 de marzo.
Para sorpresa del equipo de investigadores, no tardaron en lograr el objetivo de la misión: demostrar que dos masas de prueba, una pareja de cubos idénticos de oro-platino, pueden situarse en la caída libre más perfecta jamás conseguida. De hecho, el nivel de precisión deseado fue obtenido ya el primer día de operaciones científicas de LISA Pathfinder. Durante los meses posteriores, los científicos e ingenieros siguieron mejorando el funcionamiento del experimento. Y el 25 de junio se completó la primera fase de operaciones con el Paquete de Tecnología LISA (LTP). El LTP es un conjunto de instrumentos europeos que incluye las masas de prueba, sensores inerciales y un interferómetro láser, y que utiliza una serie de propulsores de micronewtons de gas frío para desplazar el satélite y mantenerlo centrado en los cubos en respuesta a las fuerzas internas y externas que le afectan.
Las operaciones continuaron con el Sistema de Reducción de Perturbaciones de NASA (DRS), un experimento adicional que recibe las medidas de los sensores de inercia del LTP pero emplea sus propios propulsores de micronewtons basados en tecnología coloidal. Tras el final de las operaciones del DRS, la misión extendida de LISA Pathfinder comenzó el 7 de diciembre de 2016 y se prolongará hasta el 31 de mayo de 2017, utilizando tanto el LTP como el DRS.
«Hasta ahora estamos estado ocupados probando el funcionamiento de LISA Pathfinder, que ha ido mejorando progresivamente con el paso del tiempo», comenta Paul McNamara (ESA), «pero ahora podemos pasar los próximos seis meses aprendiendo todo lo que necesitamos saber para construir y operar un observatorio de ondas gravitacionales en el espacio».