La enana blanca más caliente de la galaxia
26/11/2015 de University of Tübingen / Astronomy & Astrophysics
Este diagrama de la Vía Láctea muestra nuestro Sol, la enana blanca y la nube de gas en relación con nuestra galaxia vecina, la Nube de Magallanes. La enana blanca RX J0439.8-6809 y la nube de gas se encuentran entre nosotros y la Gran Nube de Magallanes. Crédito: Philipp Richter/University of Potsdam.
Astrónomos de las universidad de Tübingen y Potsdam han identificado la enana blanca más caliente descubierta en nuestra Galaxia. Con una temperatura de 250 000 grados centígrados, esta estrella agonizante de las afueras de la Vía Láctea ha entrado incluso en su fase de colapso. Los investigadores han sido también los primeros en observar una nube de gas intergaláctico moviéndose hacia la Vía Láctea, lo que indica que la Galaxia capta material fresco del espacio profundo, que puede utilizar para hacer nuevas estrellas.
Las estrellas de masa relativamente baja (como nuestro Sol) se calientan mucho hacia el final de sus vidas. La temperatura superficial del Sol ha permanecido bastante constante alrededor de los 6000 K desde su nacimiento, hace 4600 millones de años. Inmediatamente antes de que su fuente de energía nuclear se agote, dentro de unos cinco mil millones de años, el Sol alcanzará treinta veces esa temperatura, llegando a los 180 000 K antes de enfriarse y convertirse en una enana blanca. Las simulaciones por computadora sugieren que las estrellas pueden llegar a ser más calientes que eso. La temperatura más alta de una estrella agonizante que se haya medido es de 200 000 K.
El estudio del espectro en el ultravioleta tomado por el telescopio espacial Hubble de la enana blanca RX J0439.8-6809 ha permitido a los astrónomos estimar que su temperatura superficial es de 250 000 K, estableciendo un nuevo récord. Esta temperatura solo puede ser alcanzada por una estrella cinco veces más masiva que nuestro Sol. RX J0439.8-6809 ya ha entrado en la fase de enfriamiento y parece que alcanzó su temperatura máxima (400 000 K) hace unos mil años. Su composición química aún no se conoce. Los análisis muestran que hay carbono y oxígeno en su superficie, productos de la fusión nuclear del helio, un proceso que normalmente se produce en el núcleo de la estrella.
El espectro ultravioleta de la estrella escondía otra sorpresa. Indica la presencia de gas que no pertenece a la estrella sino que es parte de una nube que se encuentra entre la Vía Láctea y RX J0439.8-6809. Su presencia en el espectro de RX J0439.8-6809 prueba que la nube pertenece a la Vía Láctea pero su composición química indica que se originó en el espacio intergaláctico, lo que supone una prueba más de que las galaxias captan material fresco del espacio profundo que luego pueden utilizar para crear nuevas estrellas.