¿Cuándo un asteroide no es un asteroide?
30/3/2011 de JPL
El 29 de marzo de 1807, el astrónomo alemán Heinrich Wilhelm Olbers observó Vesta como un punto de luz en el cielo. Doscientos años después, cuando la nave espacial Dawn de NASA se prepara para ponerse en órbita alrededor de este intrigante mundo, los científicos ya saben cuán especial es este mundo, aunque haya existido cierto debate sobre cómo clasificarlo.
Vesta es comúnmente llamado un asteroide porque se encuentra en la órbita de una región de escombros llamada el cinturón de asteroides, localizada entre Marte y Júpiter. Pero la gran mayoría de objetos del cinturón principal son pesos ligeros, con tamaños del orden de los 100 kilómetros o menores, si los comparamos con Vesta, de unos 530 kilómetros de tamaño en promedio. De hecho, muchos fragmentos de Vesta expulsado por colisiones con otros objetos han sido identificados en el cinturón principal.
«No creo que Vesta deba ser considerado un asteroide», afirma Tom McCord, un coinvestigador de Dawn que trabaja en el Bear Fight Institute. «No solo es Vesta mucho mayor, sino que se trata de un objeto que ha evolucionado, a diferencia de la mayoría de los objetos que llamamos asteroides».
La estructura en capas de Vesta (núcleo, manto y corteza) es el factor clave que convierte a Vesta en algo más similar a planetas como la Tierra, Venus y Marte, que a los otros asteroides, afirma McCord. Como los planetas, Vesta dispuso de suficiente material radiactivo en su interior cuando se formó, emitiendo calor que fundió la roca y permitió que las capas más ligeras se desplazaran hacia el exterior. Los científicos llaman a este proceso ‘diferenciación’.