Un rover chino encuentra rocas volcánicas en la Luna diferentes de las conseguidas en las misiones Apollo y Luna
12/1/2016 de Washington University / Nature Communications
Cuatro imágenes de la cuenca del Mare Imbrium y del lugar de aterrizaje de Chang’e-3 demuestran el aspecto diferente de la Luna observada con distintos tipos de sensores remotos, subrayando la necesidad de datos tomados in situ para calibrar las observaciones orbitales. Crédito: NASA / LPI.
En 2013 la misión lunar no tripulada Chang’e-3 tomó tierra en la parte norte de la cuenca Imbrium, una de las cuencas de impacto llenas de lava más prominentes vista desde la Tierra. La sonda aterrizó sobre una llanura suave de basalto junto a un cráter de impacto relativamente fresco (ahora oficialmente llamado cráter Zi Wei) que había excavado convenientemente la capa de roca bajo el regolito para que el rover Yutu pudiera estudiarla.
Desde que finalizó el programa Apollo, la exploración lunar americana se ha llevado a cabo principalmente desde órbita. Pero los sensores orbitales detectan sobre todo el regolito (la capa superficial de roca fragmentada por impactos de meteoritos) que cubre la Luna y el regolito está con frecuencia mezclado y es difícil de interpretar.
Como Chang’e-3 aterrizó sobre un flujo de lava relativamente joven, la capa de regolito era delgada y no estaba mezclada con escombros de otros lugares. Por tanto su composición se parece mucho a la de la capa de roca volcánica que tiene debajo. Esta característica convirtió el lugar de aterrizaje en el ideal para comparar los análisis in situ con la información sobre su composición detectada con satélites en órbita.
Además, los basaltos en el lugar de aterrizaje de Chang’e-3 resultaron ser diferentes de los obtenidos en las misiones de recogida de muestras Apollo y Luna. «La diversidad nos indica que el manto superior de la Luna tiene una composición mucho menos uniforme que el de la Tierra», comentó Bradley L. Joliff, de la Universidad de Washington. «Y correlacionando la composición química con la edad, podemos ahora ver cómo cambió el vulcanismo de la Luna con el paso del tiempo».
Los basaltos obtenidos en las misiones Apollo y Luna (correspondientes a un periodo de vulcanismo que tuvo lugar hace entre 3 mil millones y 4 mil millones de años) tenían contenidos altos o muy bajos de titanio, sin valores intermedios. Pero las medidas con los instrumentos del rover Yutu indican que los basaltos del lugar de aterrizaje de Chang’e-3 (cuya edad es de menos de 3 mil millones de años) tienen un contenido intermedio de titanio y son ricos en hierro.»La distribución variable de titanio sobre la superficie lunar sugiere que el interior de la Luna no resultó homogéneo», comenta Joliff. «Todavía estamos intentando comprender cómo ocurrió esto exactamente. Posiblemente hubo impactos grandes durante la fase del océano de magma que perturbaron la formación del manto».