Un fuerte campo magnético fue responsable de dar forma al sistema solar temprano
14/11/2014 de MIT
Imagen aumentada de la sección del meteorito Semarkona usado en este estudio. Las cóndrulas tienen tamaños del orden del milímetro, con colores claros. Crédito: MIT Paleomagnetism Laboratory
Los sistemas planetarios infantes normalmente no son nada más que discos de gas y polvo que giran. Durante el curso de unos pocos millones de años, este gas es chupado hacia el centro del disco para formar una estrella, mientras que el resto del polvo se agrupa formando fragmentos cada vez mayores, los ladrillos en la formación de los planetas terrestres.
Los astrónomos han observado esta evolución del disco protoplanetario por toda nuestra galaxia, un proceso que nuestro propio Sistema Solar sufrió al principio de su historia. Sin embargo, el mecanismo por el cual los discos planetarios evolucionan a un ritmo tan rápido ha escapado a los científicos durante décadas.
Ahora, investigadores del MIT, Cambridge University y otros colaboradores han proporcionado la primera evidencia experimental de que el disco protoplanetario de nuestro Sistema Solar fue modelado por un intenso campo magnético que condujo una cantidad masiva de gas hacia el Sol en unos pocos millones de años. El mismo campo magnético puede haber empujado granos de polvo haciéndolos chocar, formando así las semillas iniciales de los planetas terrestres.
El equipo analizó un meteorito conocido como Semarkona – una roca espacial que chocó al norte de la India en 1940, y que es considerada una de las reliquias conocidas más prístinas de nuestro Sistema Solar primitivo. En sus experimentos, los investigadores extrajeron cuidadosamente gránulos, o cóndrulos, de una pequeña muestra del meteorito, y midieron las orientaciones magnéticas de cada grano para determinar que, efectivamente, el meteorito había permanecido inalterado desde su formación en el disco galáctico primitivo.
Midieron después la intensidad magnética de cada grano para calcular la del campo magnético original responsable. Determinaron que el Sistema Solar temprano albergó un campo magnético potente, de entre 5 y 54 microteslas, hasta 100 000 veces más intenso que el que existe en el espacio interestelar hoy en día. Tal campo magnético habría sido suficientemente fuerte como para dirigir gas hacia el Sol a un ritmo extremadamente rápido.