Supernovas gemelas: haciendo que las candelas estándar sean más estándar que nunca
6/11/2015 de Berkeley Lab / Astrophysical Journal
Ilustración de artista de uno de los dos escenarios más aceptados para una explosión de supernova de tipo Ia. En este caso, una estrella enana blanca toma material de una compañera gigante roja. Crédito: David A. Hardy/AstroArt.org.
Hace menos de 20 años el mundo supo que el Universo se está expandiendo cada vez más rápido, empujado por la energía oscura. El descubrimiento fue posible gracias a las supernovas de tipo Ia: extraordinariamente brillantes y asombrosamente parecidas en brillo, sirven como «candelas estándar» esenciales para estudiar la historia del Universo.
De hecho, las supernovas de tipo Ia están lejos de ser estándar. El polvo que hay a lo largo de nuestra línea visual hacia ellas puede hacer que las veamos enrojecidas y menos brillantes y la física de sus explosiones termonucleares es diferente. Una enana blanca individual puede estallar después de tomar prestada materia de una estrella compañera, o dos enanas blancas en órbita pueden chocar y explotar. Estos tipos Ia «normales» pueden variar hasta un 40% en brillo. La dispersión de los brillos puede ser reducida usando métodos bien probados, pero la cosmología continúa haciéndose con catálogos de supernovas que pueden diferir en brillo en hasta un 15 por ciento.
Ahora miembros del proyecto internacional Nearby Supernova Factory (SNfactory) han reducido dramáticamente la dispersión de brillos de supernovas. Empleando un catálogo de casi 50 supernovas cercanas, han identificado supernovas gemelas – parejas cuyos espectros coinciden casi por completo – reduciendo la dispersión de brillos en solo un 8 por ciento. La distancia a esas supernovas ahora puede ser medida con el doble de precisión que antes.
«En lugar de concentrarnos en qué está causando las diferencias entre las supernovas, el método de supernovas gemelas consiste en mirar los espectros y buscar los que mejor coinciden para comparar las parecidas entre sí», comenta Greg Aldering, de Berkeley Lab.