Se confirma la existencia de una población de cuásares «tranquilos»
30/10/2014 de Instituto de Astrofísica de Andalucía/CSIC
Cuásares fotografiados por el telescopio espacial Hubble. Crédito: J. Bahcall (IAS, Princeton), M. Disney (Univ. Wales), NASA
Los cuásares, objetos muy lejanos y tremendamente energéticos, parecen mostrar una evolución con respecto a la distancia ya que, según nos alejamos, los cuásares poco luminosos de nuestro entorno van dejando paso a objetos cada vez más brillantes. Esto podría deberse a un proceso evolutivo, que indicaría que los cuásares se apagan con el tiempo, o a un simple sesgo observacional que enmascarara otra realidad: los cuásares monstruosos y de rápida evolución, muchos ya extintos, conviven con una población tranquila que evoluciona a un ritmo mucho más pausado pero que, debido a las limitaciones tecnológicas, aún no hemos sido capaces de investigar.
Gracias a la resolución del Gran Telescopio Canarias, Jack W. Sulentic, astrónomo del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), y su equipo han podido obtener por primera vez datos espectroscópicos de cuásares distantes y poco luminosos con la calidad necesaria para poder determinar sus parámetros esenciales, como su composición química, la masa del agujero negro central o el ritmo al que este va absorbiendo materia.
«Hemos podido confirmar que, en efecto, además de los cuásares muy energéticos y de evolución rápida, existe una población de desarrollo lento. Tanto, que no parece existir una fuerte evolución entre los cuásares de este tipo que vemos en nuestro entorno y aquellos que comenzaron a brillar hace más de diez mil millones de años», apunta Ascensión del Olmo, investigadora del IAA-CSIC que participa en el estudio.
Sí que han hallado, no obstante, una diferencia dentro de esta población de cuásares tranquilos. «Los cuásares locales muestran una mayor proporción de elementos pesados, como aluminio, hierro o magnesio, que sus análogos distantes, lo que evidencia un enriquecimiento producido por el nacimiento y muerte de las sucesivas generaciones de estrellas», destaca Sulentic. «Este resultado constituye un excelente ejemplo de las nuevas ventanas al universo que está proporcionando la nueva clase de grandes telescopios como GTC», concluye el investigador.