Retrato de WR134
La evolución de una estrella depende, en gran medida, de su masa. Ésta puede determinar sus múltiples destinos. En el caso de las menos masivas, el astro puede acabar desapareciendo en la oscuridad de la noche al enfriarse lenta e indefinidamente. Nuestro Sol, en cambio, terminará creando un bello caparazón gaseoso que lo envolverá en su muerte; en el firmamento tenemos hermosos ejemplos de este fenómeno natural conocido como “nebulosa planetaria”.
El final de la vida de las estrellas más masivas es siempre violento, a menudo en forma de gigantescas explosiones que son visibles desde distancias cósmicas. Gracias a sus propiedades físicas, los astrónomos llevan utilizando estas explosiones –conocidas como supernovas– desde hace ya un siglo para intentar medir la distancia de los objetos celestes que aparentemente yacen en el infinito. Algunas de estas estrellas tienen una masa extremadamente grande, de más de sesenta veces la masa del Sol, y son también muy calientes, con una temperatura en su superficie de entre 25000 y 50000 Kelvin. Los descubridores de este tipo de estrellas, los astrónomos Charles Wolf y Georges Rayet, son los que dan nombre a estos objetos, que llamamos estrellas de Wolf-Rayet. Estas enormes esferas incandescentes tienen en común el hecho de eyectar rápidamente a su medio interestelar circundante material rico en elementos pesados, como carbono y oxígeno, y por la presencia de líneas de emisión en sus espectros. Estas eyecciones, al cabo del tiempo, forman nebulosas de formas caprichosas alrededor de ellas.
La fotografía que os presentamos en este artículo, tomada por nuestro astrofotógrafo Vicent Peris en colaboración con Alicia Lozano, nos muestra la estrella de Wolf-Rayet WR134, situada en dirección a la constelación del Cisne. El astro supermasivo se encuentra a la derecha del centro de la imagen y es el responsable de las nebulosas azuladas de forma esferoidal, cuya emisión de luz se debe principalmente a la presencia de oxígeno. La fotografía fue tomada desde nuestras instalaciones científicas en el Observatorio de Aras de los Olmos con el telescopio de 50 cm.
WR134 es, además, una estrella binaria eclipsante. Varía de brillo con una periodicidad de 2.3 días porque tiene una compañera, una estrella de menor masa, cuyo plano orbital coincide con la dirección hacia nuestro planeta. Esto provoca una bajada de brillo cuando ambas estrellas están alineadas hacia nosotros, ya que en esos precisos instantes la luz que recibimos de uno de los astros no se suma al de la luz del otro.
Aunque es un objeto celeste sumamente interesante, tanto para su estudio como por su belleza fotogénica, somos afortunados de tener a este monstruo cósmico alejado de nuestro hogar, ya que nos llevaría a una extinción irremediable. Por suerte, la física nos permite poder imaginarlo.
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