Nubes tormentosas y remolinos podrían ser un fenómeno común de las enanas marrones
08/01/2014 de NASA
Las enanas marrones podrían ser el escenario de remolinos huracanados y de grandes nubes tormentosas, algunas incluso con un tamaño similar al de un planeta y parecidas a la “Gran Mancha Roja” de Júpiter. Al menos eso es lo que sugieren las últimas observaciones realizadas gracias al telescopio espacial Spitzer de la NASA y que han sido anunciadas esta semana durante el encuentro anual de la Sociedad Astronómica de América (AAS).
Según Stanimir Metchev, profesor de la Universidad de Ontario (Canadá) y jefe del equipo de investigación de las enanas marrones, “conforme estos fríos orbes celestiales rotan en torno a su eje, la alternancia entre lo que creemos que son regiones nubladas y sin nubes produce una variación periódica en el brillo que nosotros observamos”. “Estos son signos de fragmentación en la cubierta de nubes”, añade.
Los científicos piensan que las regiones nubladas de las enanas marrones toman la forma de tormentas torrenciales acompañadas por vientos y, posiblemente, por rayos más violentos que los de Júpiter o de cualquier otro planeta del sistema solar. Sin embargo, las enanas marrones estudiadas hasta ahora son demasiado calientes para que en ellas se produzcan lluvias de agua. En su lugar, los astrónomos creen que la lluvia en esas tormentas, al igual que en las propias nubes, está hecha de arena caliente, hierro fundido o sales minerales.
Una meteorología turbulenta
En el programa de investigación “Clima en otros mundos” (‘Weather on Other Worlds’), los astrónomos emplearon el telescopio espacial infrarrojo Spitzer para observar 44 enanas marrones mientras rotaban sobre su eje hasta 20 horas. Los resultados previos sugerían que algunas enanas marrones tienen una meteorología turbulenta, así que los científicos esperaban ver que una pequeña fracción de ellas cambiarían de brillo con el tiempo.
No obstante, para su sorpresa, la mitad de las enanas marrones mostró las variaciones. Si tenemos en cuenta que la mitad de los objetos estarían orientados de tal modo que sus tormentas estarían siempre escondidas o a la vista y sin cambios, los resultados indican que muchas enanas marrones, sino todas, están plagadas por estos fenómenos.
Los resultados todavía depararon otra sorpresa. Algunas de las enanas marrones rotaban mucho más despacio que cualquiera de las que previamente fueron medidas, un descubrimiento posibilitado por las observaciones continuas realizadas desde el espacio. Hasta ahora, los astrónomos pensaban que las enanas marrones comenzaban a girar a una gran velocidad cuando se formaban y contraían, y que esta rotación jamás se venía abajo con la edad.
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