Los patos salvajes alzan el vuelo en el cúmulo abierto
3/10/2014 de ESO
El instrumento Wide Field Imager (WFI), instalado en el telescopio MPG/ESO de 2,2 metros, en el Observatorio La Silla de ESO, en Chile, ha tomado esta hermosa imagen del Cúmulo del Pato Salvaje, Messier 11 o NGC 6705. Las estrellas azules del centro de la imagen son las estrellas jóvenes y calientes que forman parte del cúmulo. Las de los alrededores, más rojas y viejas, son estrellas del fondo, más frías. Crédito: ESO
El instrumento Wide Field Imager, instalado en el telescopio MPG/ESO de 2,2 metros, en el Observatorio La Silla de ESO, en Chile, ha tomado esta hermosa imagen de uno de los cúmulos abiertos más rico en estrellas: salpicado de estrellas azules, Messier 11 también es conocido como NGC 6705 o como el Cúmulo del Pato Salvaje.
Messier 11 es un cúmulo abierto (a veces denominado cúmulo galáctico), situado a unos 6.000 años luz de distancia, en la constelación de Scutum (el escudo). El primero en descubrirlo fue el astrónomo alemán Gottfried Kirch en 1681, desde el Observatorio de Berlín, y tan solo se distinguía una mancha borrosa a través del telescopio. Fue necesario esperar hasta 1733 para que el reverendo William Derham, desde Inglaterra, lograra resolver la burbuja, distinguiendo al fin sus estrellas individuales. En 1764 Charles Messier lo añadió a su famoso catálogo.
Los cúmulos abiertos suelen encontrarse en los brazos de las galaxias espirales o en las regiones más densas de galaxias irregulares, donde la formación de estrellas es aún activa. Messier 11, que alberga a cerca de 3.000 estrellas, es uno de los cúmulos abiertos más compacto y más rico en estrellas, con un tamaño de casi 20 años luz. Los cúmulos abiertos son diferentes a los cúmulos globulares, que tienden a ser muy densos, estrechamente unidos por la gravedad, y contienen cientos de miles de estrellas muy antiguas, algunas de las cuales son casi tan antiguas como el universo mismo.
Estudiar cúmulos abiertos es una de las mejores formas de poner a prueba teorías sobre evolución estelar, ya que las estrellas se forman a partir de la misma nube inicial de gas y polvo y, por tanto, son muy parecidas unas a otras (todas tienen aproximadamente la misma edad, la misma composición química, y se encuentran a la misma distancia de la Tierra). Sin embargo, cada estrella del cúmulo tiene una masa diferente, con las estrellas más masivas evolucionando mucho más rápidamente que sus compañeras de masas inferiores, dado que gastan todo su hidrógeno mucho antes.