Los cubos de prueba flotando libremente dentro de LISA Pathfinder
24/2/2016 de ESA
En el centro de LISA Pathfinder hay dos masas de prueba: dos cubos idénticos de 46 mm de oro-platino, que flotan libremente a varios milímetros de las paredes de sus carcasas. Los cubos se encuentran separados 38 cm comunicados solo por un haz de rayos láser para medir su posición constantemente. Crédito: ESA/ATG medialab.
La misión LISA Pathfinder de ESA ha soltado sus dos cubos de oro-platino y dentro de poco dará inicio a su difícil misión científica, colocando estas masas de prueba en la caída libre más precisa que se haya alcanzado jamás para probar tecnologías de observación de ondas gravitacionales desde el espacio. Lanzada el pasado 3 de diciembre, LISA Pathfinder alcanzó su lugar de operaciones el 22 de enero, a 1.5 millones de kilómetros de la Tierra en dirección al Sol.
Mientras continúan las pruebas con la nave espacial y su preciosa carga, el pasado 16 de febrero se alcanzó un hito importante. Por primera vez, las dos masas – una pareja de cubos de oro-platino idénticos de 46 mm – se encuentran flotando libremente en el centro de la nave espacial a varios milímetros de las paredes de sus carcasas. Los cubos están separados 30 cm unidos sólo por haces de rayos láser.
Durante una semana los cubos han estado sometidos a diminutas fuerzas electrostáticas que los han desplazado y les han obligado a seguir a la nave espacial mientras viaja por el espacio todavía perturbada ligeramente por fuerzas exteriores como la presión de la luz solar.
Ayer estaba previsto que el equipo de LISA Pathfinder pasara a modo científico por primera vez: los cubos se encontrarán a merced completamente de la gravedad, en caída libre, y la nave empezará a sentir los movimientos hacia ella debidos a fuerzas exteriores. Unos micropropulsores desplazarán muy ligeramente la nave para mantenerla centrada en una de las masas. A partir de entonces, los científicos podrán realizar durante varios meses experimentos para determinar con qué precisión pueden mantener las posiciones relativas de las dos masas en caída libre, realizando las mediciones con el láser que las comunica. La precisión necesaria es del orden de una millonésima de una millonésima de metro.