¿Pueden explicarse algunas características de los cometas con microorganismos?
7/7/2015 de Royal Astronomical Society
Una imagen de cerca del cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko, tomada desde una distancia de 130 km, usando la cámara OSIRIS de la nave espacial Rosetta. Todo un muestrario de formaciones, incluyendo piedras, cráteres y acantilados son claramente visibles. Crédito: ESA/Rosetta/MPS for OSIRIS Team MPS/UPD/LAM/IAA/SSO/INTA/UPM/DASP/IDA.
El cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko, estudiado con detalle por las naves Rosetta y Philae de ESA desde septiembre de 2014, es un cuerpo con formaciones peculiares e inesperadas. Ahora dos astrónomos proponen una explicación radical de estas propiedades: microorganismos que intervienen en la actividad cometaria.
Los datos de Rosetta han mostrado un cometa con una forma irregular de pato de unos 4.3 por 4.1 km de extensión. Parece tener una corteza negra y hielo por debajo. Las imágenes muestran grandes «mares» suaves, cráteres de fondos planos y una superficie salpicada de grandes piedras. Los lagos de los cráteres son reservas de agua vuelta a congelar, cubierta por escombros orgánicos. Los surcos paralelos están relacionados con la flexión del cuerpo asimétrico con dos lóbulos que está girando, lo que genera fracturas en el hielo que hay debajo.
El Dr. Max Wallis de la Universidad de Cardiff y el profesor Chandra Wickramasinghe, director del Buckingham Centre for Astrobiology, sostienen que estas formaciones son todas ellas consistentes con una mezcla de hielo y de material orgánico que se consolidó en el cometa por efecto del calentamiento del Sol durante el recorrido de su órbita por el espacio, cuando las condiciones permiten la actividad de microorganismos.
En su modelo los microorganismos probablemente necesitan reservas de agua líquida para colonizar el cometa y podrían habitar en fracturas de su hielo y «nieve». Los organismos que contengan sales anticongelantes serían particularmente buenos para adaptarse a estas condiciones y algunos podrían ser activos a temperaturas tan bajas como -40 ºC.
Las áreas de P/67 Churyumov-Gerasimenko iluminadas por la luz solar alcanzaron esta temperatura el pasado mes de septiembre, cuando se encontraba a 500 millones de kilómetros del Sol y eran evidentes débiles emisiones de gas. A medida que se acerca al punto de máximo acercamiento al Sol (alcanza el perihelio a 195 millones de kilómetros), la temperatura aumenta, la emisión de gases crece y los microorganismos deberían de tornarse cada vez más activos.