Identifican una nueva sospechosa en una explosión de supernova
6/6/2014 de JPL
Esta imagen en infrarrojo del telescopio espacial Spitzer de NASA muestra N103B, todo lo que queda de una supernova que explotó hace un milenio en la Gran Nube de Magallanes, una galaxia satélite a 160 000 años-luz de nuestra propia Via Láctea. Crédito de la imagen: NASA/JPL-Caltech/Goddard
A menudo se piensa en las supernovas como las tremendas explosiones que marcan los finales de las vidas de estrellas masivas. Aunque esto es cierto, no todas las supernovas se producen de este modo. Una clase común de supernova, llamada de Tipo Ia, está relacionada con la explosión de enanas blancas, estrellas pequeñas y densas que ya están muertas.
Durante los últimos diez años se han encontrado cada vez más pruebas de explosiones producidas cuando dos enanas blancas en órbita chocan una contra la otra, con una notable excepción. La supernova de Kepler, que toma el nombre del astrónomo Johannes Kepler, uno de los que la observaron en 1604, se piensa que fue precedida por sólo una enana blanca y una estrella vieja compañera del tipo gigante roja. En este caso, una estrella muerta, como una zombie cósmica, «alimenta» a una estrella vieja, produciendo una explosión. Los científicos saben esto porque los restos se encuentran en un mar de gas y polvo arrojado por la estrella vieja.
Ahora, las nuevas observaciones de Spitzer han encontrado un segundo caso de remanente de supernova que se parece al de Kepler. Llamado N103B, es algo más viejo que el remanente de la supernova de Kepler, y también se encuentra en una nube de gas y polvo que se cree que fue formada por una estrella compañera más vieja. Pero, a diferencia del remanente de supernova de Kepler, no existen registros históricos de avistamientos de la explosión que creó N103B.